Esta reseña viene a probar que Valeria Vegas sale coroná de la difícil tarea de escribir su primera novela de ficción, «La Mejor Actriz de Reparto».
Muchos opinan que escribir una primera novela es una tarea colosal, pero no cuentan que hacer tal cosa desde cero es una especie de liberación en la que todo es posible, en la que tú mismo marcas los límites a los que llegar en tu conquista de la página en blanco. Lo realmente colosal, sin embargo, llega realmente cuando escribes esa primera novela con presiones externas: éxitos anteriores en otros campos profesionales, proyección como personaje popular, peso opinativo en redes sociales… Y eso es precisamente lo que engrandece el logro de Valeria Vegas en «La Mejor Actriz de Reparto»
Enfrentarte a tu primera novela después de tres ensayos tan exitosos como «¡Digo! Ni Puta Ni Santa«, «Vestidas de Azul» y «Libérate» no tiene que ser una tarea fácil. Al fin y al cabo, ya no es solo que las apuestas estén altas, altísimas, sino que además los lectores van a ser implacables a la hora de valorar si les has entregado lo que esperan encontrar en tu libro (independientemente de lo que tú, como autora, hayas querido entregarles).
En el caso de «La Mejor Actriz de Reparto«, está claro lo que el público podría esperar después de la biografía de La Veneno, del reencuadre histórico de la película «Vestida de Azul» (verdadero mito para la comunidad queer) y de un repaso enciclopédico de los referentes LGTBIQ+ más significativos. Y lo que el público podría esperar es, fundamentalmente, una historia en la que la misma comunidad LGTBIQ+ pueda verse reflejada de manera directa. Pero es ahí donde Valeria Vegas guarda su primera sorpresa.
Y es que su primera novela no va de eso. O, por lo menos, no va de eso directamente. «La Mejor Actriz de Reparto» centra su acción en la relación de amistad que brota de forma espontánea cuando Esther, una mujer de la limpieza de mediana edad, es contratada por la AISGE (una fundación de apoyo a artistas) para limpiar la casa de Catalina Muñoz, una actriz que vivió su momento estelar hace décadas pero que ha acabado envejeciendo con la única compañía de su perrita en un piso de Madrid en el que los lujos del pasado conviven con las estrecheces del presente.
Que haya sido la AISGE la que contrate a Esther y no la misma Catalina revela la verdadera naturaleza de esta situación. Al fin y al cabo, que la actriz no haya considerado recurrir directamente a este tipo de ayuda es un indicador directo de ese orgullo de profesión que se niega a admitir que el tiempo y el olvido han ganado la batalla. En su primera reunión con la asistenta de la AISGE, a Esther le dejan clara otra cosa: su principal tarea va a ser ocuparse de la limpieza de la casa, pero igual de importante va a ser la tarea de hacer compañía y dar calor humano a una persona que se ve totalmente sola en el tramo final de su existencia.
Pero, un momento, antes de seguir, hagamos la pregunta que se harán muchos lectores: ¿entonces dónde está lo LGTBIQ+? ¿Dónde está la pluma y lo trans y lo queer y la mariconería? Pues, básicamente, en ningún sitio. O, por lo menos, no en la superficie. Y no me estoy refiriendo únicamente a que habrá quien quiera leer ciertas experiencias lésbicas en el pasado que Catalina va revelándole a Esther (yo mismo me he visto tentado a hacer esta lectura totalmente llevado por aquello de «¿quién no se ha dado un pipazo con una amiga?» para, inmediatamente, obligarme a pensar que este libro no va de eso y así deshechar ese pensamiento intrusivo).
Me refiero, para empezar, a que este tipo de relaciones ya han sido tradicionalmente leídas como lésbicas en otras ficciones como el «Persona» de Bergman o «Quién Te Cantará» de Vermut. Pero más importante todavía: pese a no tener un componente LGTBIQ+ directo, el tipo de relación que se establece en «La Mejor Actriz de Reparto» ha sido históricamente de interés LGTBIQ+ por lo que tiene de dos partes oprimidas (una por la vejez y el olvido social, otra por su situación socioeconómica) que se apoyan, se dan el cariño que se les niega en el exterior y, sobre todo, se empoderan a forma de familia elegida.
Pero repito: la valía del debut literario de Valeria Vegas va más allá de cualquier interés LGTBIQ+ y es, directamente, un libro que ostenta su propio interés puramente literario. Es un valioso y necesario retrato de dos perfiles de mujer que han sido históricamente invisibilizados: las mujeres de la limpieza y las actrices desechadas de la vida pública una vez rebasan cierta edad. Y que conste que lo de «históricamente» tiene su guasa, porque la autora juega a difuminar las fronteras del tiempo para, de esta forma, dejar claro que este no es un problema del futuro, sino un problema que trasciende las épocas.
Resulta particularmente juguetón que Vegas remolonee a la hora de dejarte claro en qué año transcurre la trama de «La Mejor Actriz de Reparto«. La primera vez que sospechas que no te encuentras en el presente es cuando, avanzada la trama, Esther y una amiga tienen una conversación que podrían haber resulto buscando cierta información en el móvil pero no lo hacen. Es decir: no tienen móviles. Y no es hasta que Esther decide ver alguna película de Catalina que la línea temporal se aclara: el film que está viendo es de 1972 y han pasado 24 años.
A partir de entonces, todos los referentes culturales se van significando y aclarando. Pero este juego tan sutil y delicioso es también una declaración de intenciones sobre cómo concibe la literatura Valeria Vegas: no como un acto frontal ultra explicativo, sino como una acción delicada que debe dejar espacio para lo mínimo, lo sutil y lo misterioso. No resulta casual, entonces, que el pasado de Catalina nunca se llegue aclarar y que muchas preguntas sobre su biografía queden en el aire, sin resolver. Al fin y al cabo, no hay mejor forma de asesinar la fascinación por alguien que asesinando el misterio que le rodea.
Y «La Mejor Actriz de Reparto» sabe cómo conservar tanto la fascinación como el misterio. Porque, aunque no haya dicho nada hasta este punto de la reseña, este libro es puro thriller. Thriller almodovariano, obviamente. Pero thriller al fin y al cabo. Al fin y al cabo, y sin ánimo de incurrir en spoilers, es necesario aclarar que el destino de los dos personajes principales de la novela se acaba fusiando por completo a través de un crimen involuntario pero altamente icónico. ¿O es que soy yo el único que está deseando que Almodóvar lleve al cine esta escena en la que la sangre acaba mezclándose en el suelo con los ingredientes de una tortilla de patatas a medio cocinar?
Pero, ojo, porque lo almodovariano también reside en la capacidad para insertar en el corazón del thriller a todo un conjunto de personajes que resultan carismáticos y cercanos precisamente porque los conoces y reconoces desde el mintuo cero: el marido, parado, borracho y maltratador; la amiga que siempre tiene que ser la protagonista y es aficionada a las historias truculentas; el portero que siempre comentan las noticias cuando entras por la puerta… Y obviamente las dos protagonistas.
Y es que, al final de todo, «La Mejor Actriz de Reparto» brilla por ser muchas cosas: thriller costumbrista que articula de forma sublime todos los engranajes típicos del género; ficción histórica en la que la autora inserta su conocimiento enciclopédico del cine popular español y de sus actrices más icónicas (ojo a anécdotas reales jugosas y a apariciones estelares de otras actrices archiconocidas, de reparto y principales); toque de atención social hacia un sector descuidado e invisibilizado (esos actores y actrices que envejecen en la pobreza); retrato bellísimo de una amistad femenina en la que ambas partes se empoderan y potencian…
Pero, sobre todo, «La Mejor Actriz de Reparto» es la confirmación de que Valeria Vegas ha superado con nota la colosal tarea de entregar su primera novela. También es la confirmación de que la Valeria Vegas escritora de ficción va a volar tan alto como la Valeria Vegas escritora de ensayos. Y eso son buenísimas noticias. [Más información en el Instagram de Valeria Vegas y en la web de Temas de Hoy]