Los que pudimos disfrutar de «Canino» en el pasado festival de Sitges esperábamos con especial fruición que se estrenara comercialmente en nuestro país. No por nada en especial; sólo para poder contagiar al resto la pasión por un film extraño y fascinante que lo tiene todo para convertirse en una cinta de culto. Giorgos Lanthimos ha conseguido firmar una historia surrealista en la que se cuestiona la situación política partiendo de la base educativa, todo encorsetado por una parábola en la que una familia opta por recluirse en una casa y no permitir a los hijos el contacto con el mundo exterior. Puede sonar a coñazo de cine político de principios de los 80, pero no: «Canino» es un film endiabladamente divertido de esos que saben conducirte a donde quieren a través de la risa para, al final, congelarte el gesto en la boca. Y en la memoria.
Lo cierto es que no sé por qué estoy destacando aquí «Two Lovers«, de James Gray. Tanto la han vendido como un film sublime que tengo que reconocer que no llegó al nivel de mis expectativas. Pero entiendo el revuelo causado al respecto: film indie sin pretensiones, director con renombre que cambia de género cuando nadie se lo espera, Gwyneth Paltrow dejando en su camerino todo el glamour que podría intuírsele, Joaquin Phoenix siendo Joaquin Phoenix… Sí, lo tiene todo. Pero, si alguien me pregunta, también hay otras películas que lo tienen todo y saben ensamblar las piezas con mayor pericia. Pero es que parece que abordar una trama de treintañero a la deriva, algo freak y bastante wesandersoniano, te abre las puertas de la crítica actual…
De hecho, antes que «Two Lovers«, la otra película que llama la atención esta semana en cartelera es «Gentleman Broncos«, por eso de que el humor de Jared Hess sigue siendo una de esas supernovas extrañas y fascinantes que te impelen a mirar y mirar sin parar. El autor de «Napoleon Dynamite» vuelve a poner en el epicentro narrativo de su película a un chico solitario que, en esta ocasión, quiere ser escritor… En manos de Hess, a partir de aquí puede pasar cualquier cosa. Y es precisamente esa imprevisibilidad lo que NO encontraremos en «Robin Hood«, que ya nos la sabemos de cabo a rabo sin necesidad de verla: la historia clásica del bandolero sensible que roba para el pueblo pero atiborrada de esteroides marca «Gladiator«. No sabemos si, en esta ocasión, el tandem Ridley Scott + Russell Crowe petará taquillas como hace unos años… Pero, honestamente, tampoco nos importa demasiado.
Si alguien se queda con ganas de más, puede recurrir a «Reykjavik Rotterdam» (una muestra del desconocido cine islandés), «Son & Moon» (documental en torno a la figura del astronauta Manuel Huerga y su voluntad de mantener el contacto con su hijo pese a pasar casi todo el tiempo, literalmente, en otra galaxia) o «Rosa y Negro» (que aprovecha la primavera para transplantar la comedia homosexual desde la maceta habitual hasta los tiempos de la Inquisición española… miedo da).
[Raül De Tena]