Te lo advertimos: si ves a cualquier niño vestido con las colecciones infantiles de Scotch & Soda, vas a querer achucharlo bien fuerte. Da igual si es hijo tuyo o no.
Scotch & Soda ha conseguido lo que parece reservado para muy pocas firmas: establecerse como una propuesta sólida gracias a un imaginario estético más que reconocible sin necesidad de recurrir a estridencias ni a masificaciones diversas del gusto. Lo de Scotch & Soda es, como solemos decir por estos lares, “culito fino”: una propuesta elegante y classy que, sin embargo, no reniega de estampados vistosos, colores impactantes y siluetas en las que lo clásico y lo moderno se encuentran de formas originales pero infinitamente ponibles. Cuando fue el momento del prep, la marca estuvo allá, en lo más alto. Y ahora que empezamos a movernos hacia otros derroteros, Scotch & Soda se mueve con nosotros.
Un ejemplo de ello es cómo han sabido trasladar el espíritu de la marca madre a sus dos líneas para niños. Pero, ojo, porque “trasladar” no significa coger de aquí y poner allá: significa traducir, adaptar, realizar un esfuerzo para que lo que funciona con los adultos siga funcionando con los niños a partir de una prerrogativa tan sencilla como que, a la hora de hacer ropa para benjamines, el principal imperativo es estimular su imaginación.
R’Belle, por ejemplo, apuesta por los estampados tropicales (con patrones selváticos o bellas garzas migratorias) a la vez que sigue manteniendo el denim y el camuflaje como dos de los pilares de su propuesta estética para niñas que saben conjugar lo arriesgado con una clase infinita. Por su parte, Shrunk supone una propuesta para niños un poco exhibicionistas y lo suficientemente atrevidos como para ponerse vistosos estampados hawaianos, denim por doquier, sudaderas tipo college o románticas camisetas con raya marinera. Para unos y para otros, Scotch & Soda ha conseguido crear una colección que hará volar la imaginación de los más pequeños mientras que conseguirá que los corazones de los más mayores exploten de ganas de achuchar a sus hijos. O a los hijos de los demás. Qué más da.