Pasen las décadas que pasen, leer “Indigno de Ser Humano” de Osamu Dazai sigue siendo una experiencia perturbadora… ¿Pero por qué fascina tanto este libro?
“La mía ha sido una vida llena de vergüenza“. Estas son las primeras palabras que pueden leerse en “Indigno de Ser Humano“, el mítico libro de Osamu Dazai que, unas cuantas páginas más adelante, sigue con esta declaración de intenciones: “Me preguntaba compungido por qué los humanos comemos tres veces al día. Todos lo hacían con excesiva seriedad. Lo que me llevó a pensar que se trataba de una especie de rito, en el cual mi familia se reunía tres veces al día en un lugar mezquinamente iluminado, colocando los platos en el orden correcto y acto seguido, aunque no sintieran el menor gusto al hacerlo, inclinando la cabeza masticaban la comida en silencio“.
Si resalto estas dos citas del libro, es precisamente para aclarar que me bastaron unas páginas para cuestionar si yo era el lector adecuado para Dazai. En serio, ¿alguien que solo puede resaltar la vergüenza como logro vital y que además odia el acto de comer? No va a ser para mí. Porque esto es algo que debemos asimilar y normalizar: la mayor parte de ocasiones, no es que un libro sea malo, sino que más bien resulta que nosotros no somos los lectores adecuados para él. Y yo soy un lector con poco aguante para la conmiseración, la misantropía, el pesimismo y el odio al mundo en general y a ti mismo en particular.
Pero seguí leyendo. Para empezar, porque la nueva edición de este clásico que acaba de publicar la editorial Satori es una verdadera gozada para todos los sentidos. Tapa dura con detalles cromados en rojo, páginas de alto gramaje, cinta de tela marcapáginas, epílogo de puro salseo literario (con varias cartas del autor a su amigo / enemigo Yasunari Kawabata)… No podía permitir que un libro que me estaba entrando a través de la vista y el tacto no entrara también por el estrecho corredor que conduce hacia mi alma. Pero, por suerte, la perseveración acabó dando sus frutos.
Bueno, los frutos vinieron dados por la perseveración y también por otro detallazo que forma parte de la mencionada edición de Satori: un prólogo de Ednodio Quintero que ofrece las claves necesarias para entender el verdadero alcance de este “Indigno de Ser Humano” no solo como una muy poco disimulada autobiografía de Osamu Dazai, sino sobre todo como espejo en el que tantas generaciones niponas y no niponas se han mirado desde que su autor decidiera poner fin a su vida con un suicidio que lo convirtió en mito inmortal.
Para quien no lo sepa, “Indigno de Ser Humano” es uno de esos libros que se basan en la juguetona estructura del “he encontrado estos diarios de alguien y yo me limito a publicarlos“. Vamos: “found footage” antes de que existiera “El Proyecto de la Bruja de Blair“. En este caso, Dazai dice haber encontrado tres diarios en los que un personaje llamado Yōzō desgrana una existencia desoladora en el Japón de principios del pasado siglo XX. Desde una triste infancia en una familia aristocrática rural hasta la caída en espiral a través de los vicios en Tokio, Yōzō nunca oculta su repugnancia hacia todo lo que le rodea ni su tendencia hacia el suicidio.
Y, aunque al final de todo, Osamu Dazai deja en el aire una dulce incertidumbre hacia el futuro de un Yōzō desaparecido del que nadie ha vuelto a saber, es inevitable encontrar múltiples paralelismos entre la vida de este personaje y la del propio autor de “Indigno de Ser Humano“. A este respecto, resulta particularmente esclarecedor el mencionado prólogo en el que Quintero se ocupa no solo de resaltar los paralelismos entre las vidas de autor y personaje, sino sobre todo de revelar la belleza de estos paralelismos.
Porque ya lo he dejado caer más arriba: en las primeras páginas, no pude evitar dudar si yo era el lector adecuado para este libro… Pero, poco a poco, y gracias a la mencionada belleza de la pluma de Dazai, no solo fui convenciéndome de que sí que soy el lector adecuado para este libro, sino que además es precisamente un lector como yo quien puede sacar una lectura especialmente interesante de un texto como este.
Al fin y al cabo, es este un manuscrito especialmente importante para generaciones de almas oscuras. Tal y como se explica en el prólogo, muchas de estas almas oscuras suelen reunirse en la tumba del escritor para celebrar precisamente la existencia de este texto / espejo en el que por siempre quedará atrapada la oscuridad del alma humana. Pero mirar la oscuridad desde la oscuridad puede acabar resultando en la negrura más espesa y menos fértil.
En mi caso, y hablo aquí postulándome a lo mejor de forma insensata como una persona tendente hacia la luz (por mucho que supongo que siempre habrá quien afirme lo contrario), observar la oscuridad desde esa misma luz arroja un verdadero baile de sombras fantasmagóricas que danzan de forma tan fascinante como repelente, tan bella como horripilante. Ahí está la belleza infinita de “Indigno de Ser Humano“.
Porque Dazai se autorretrata como indigno de ser humano en su odio hacia todo aquello que nos hace humanos. Las únicas mujeres hacia las que siente un mínimo de empatía son las prostitutas y, pese a ello, no le tiembla el pulso a la hora de describirlas en los siguientes términos: “Para mí, las prostitutas no eran seres humanos ni mujeres, las veía como imbéciles o lunáticas. A su lado me sentía completamente seguro, con ellas podía dormir a pierna suelta“.
Para Osamu Dazai, la sociedad “se trataba de la confrontación entre individuos. Además, había que ganar en el campo de batalla, eso era lo único que importaba“. Y la amistad tampoco sale bien parada: “Horiki y yo. Nos despreciábamos mutuamente; y buscábamos cada uno hacer que el otro se sintiera insignificante. Si esta era la imagen de lo que en este mundo llaman «amistad», no había ninguna duda de que la relación que existía entre Horiki y yo se podía calificar de esa manera“.
No es de extrañar que una de las adaptaciones más célebres de “Indigno de Ser Humano” sea la versión en manga de Junji Ito, autor capaz de llevar el género del terror de lo físico a lo metafísico a través de historias perturbadoras que a menudo se saltan los límites de lo aceptable por la moral. Porque, inicialmente, no hay monstruos ni seres sobrenaturales en el libro de Dazai, pero lo que sí que hay es una absoluta certeza que el mismo autor acaba poniendo negro sobre blanco: “Las personas en exceso temerosas de los seres humanos suelen poseer una imaginación viciosa que les hace ver como si de verdad unos monstruos horribles pertenecieran al mundo real“.
En sus exponentes más brillantes, la literatura consiste precisamente en revelar la realidad oculta que late por debajo de lo que todos conocemos como “mundo real“. Y es ahí precisamente donde “Indigno de Ser Humano” acaba brillando de forma pletórica: en la capacidad de Osamu Dazai para retratar a todos esos monstruos de los que las personas como yo solemos huir. Porque esto no va solo de mostrar a los monstruos retozando en su propia oscuridad, sino en situar el foco de luz en el lugar adecuado para que las sombras de los monstruos bailen en la más bella de las danzas macabras. Es entonces y solo entonces cuando resulta imposible apartar la mirada. [Más información en la web de la editoria Satori]