Vamos a decirlo pronto para que nos duela lo menos posible: esto no es lo que esperábamos de Kelis, la verdad. Hace tanto (pero tanto) tiempo que hablamos de esta mujer como la referencia absoluta e insuperable del choni-divisimo de último cuño que, ahora, se nos está viniendo un poco el mito abajo. Que, a ver, todo el mundo tiene derecho a reinventarse, claro que sí. Pero esto es excesivo. Porque la última vez que vimos a Kelis era una tiparraca engalanada a medio camino entre amazona alienígena y travesti de discoteca de extrarradio, así que el hecho de que de pronto nos plante en la cara un single que nos hace pensar en una cantante soulera de hace cuatro décadas pues, no sé, como que nos cortocircuita un poco al principio y nos llena de intranquilidad al final al obligarnos a preguntar: ¿qué debemos esperar del nuevo disco de esta mujer, que se titulará “Food” (Ninja Tune, 2014) y se lanzará el próximo 22 de abril?
Ni idea. Porque, además, no estamos hablando de una cantante soulera de aquellas que molaban por su exceso y su pompa y su loquería del coño, sino que más bien parece que Kelis está intentando convencernos de que es una cantante soulera de las serias, de las de verdad. El problema es que, en ocasiones, seriedad y aburrimiento se confunden. Y puede que, al final, cuando tengamos entre nuestras manos ese “Food” producido por Dave Sitek (TV on the Radio), todo adquiera un sentido global y vivamos una absoluta revelación, pero aquí y ahora tenemos que decir que “Rumble” no llega ni de lejos al mínimo que le pediríamos a un nuevo single de Kelis. Está bien, sí. Es agradable, sí. Se deja escuchar, sí… Pero nosotros a esta tiparraca le pedimos que nos remueva las entrañas. Y, a ese respecto, resulta que no.