Si eres de los que piensas que en el Universo Cinematográfico de la Marvel todas las pelis son iguales, necesitas ver la joyita de «Doctor Strange».
A medida que el Universo Cinematográfico de la Marvel va ganando en complejidad, cada vez se hacen más y más necesarias las películas que no se vean obligadas a arrancar in media res en la embarullada trama general, sino que puedan servir de puerta de entrada para aquellos que todavía no han caído en las garras de Los Vengadores y periferias… El ejemplo pluscuamperfecto de lo dicho sería «Guardianes de la Galaxia«, que fue un taquillazo que parecía que operaba fuera del Universo Cinematográfico pero que, a medida que en este van tomando pesa las Gemas del Infinito, se va revelando como una pieza cada vez más imprescindible. En el otro lado del ring estaría «Ant-Man«, que ya en la propia trama contaba con visita a la casa de Los Vengadores.
Justo entre ambas se encontraría «Doctor Strange«. Está claro que la película de Scott Derrickson está mucho más entrelazada con el resto de producciones del Universo Cinematográfico de la Marvel que «Guardianes de la Galaxia«: resulta interesante cómo, en cierto momento del film, alguien le explica al protagonista que si Los Vengadores y S.H.I.E.L.D. son el escudo físico del planeta Tierra, los tres santuarios de Hong Kong, Londres y Nueva York y la red de magos que los guardan son el escudo contra el mundo mágico en el que mora el villano de esta función, Dormammu. Dos caras de una misma moneda que, evidentemente, están destinadas a encontrarse (algo que ya queda totalmente patente en la última escena antes de los créditos).
Sea como sea, a Marvel la jugada le ha salido redonda: apostar por un personaje tan carismático como Doctor Strange, poner al frente de la película a un actor como Benedict Cumberbatch, dejar claro que el imaginario es mucho más exuberante y fascinante que el de Ant-Man… ¿El resutado? Que «Doctor Strange» ya se ha convertido en la «single character introduction movie» más taquillera de la historia de la Marvel, superando incluso al hasta ahora intocable «Iron-Man«. En este éxito para nada inesperado habría que contar también otro factor muy importante: el hecho de que la cinta de Derrickson justifica al cien por cien ese plus de precio en la compra de la entrada que supone ver cualquier película en 3D.
Al fin y al cabo, el 3D es algo que siempre había casado a la perfección con el maximalismo de acción de las factoría Marvel, pero que en «Doctor Strange» adquiere unos tintes realmente épicos que debería situarla en el top absoluto de pelis imprescindibles de esta tecnología junto a maravillas como «La Invención de Hugo» de Martin Scorsese o «Gravity» de Alfonso Cuarón. Derrickson coge algunas ideas visuales del «Origen» de Christopher Nolan y las lleva hasta el extremo, doblegando literalmente la realidad, resquebrajándola en hipnóticos fractales sobre los que los personajes se mueven sin respetar la física ni la gravedad. Mucho ojito a la pelea en Nueva York en la que la Dimensión Espejo acaba siendo un verdadero laberinto en el que las leyes del espacio dejan de operar por completo, porque es altamente impactante.
Pero no es este el único acierto loable de «Doctor Strange«. Aunque las películas de la Marvel hace tiempo que no deberían ser firmada por director alguno, sino que son pura y llanamente un ejercicio de producción, en esta ocasión en concreto hay que reconocer que el imaginario articulado por Derrickson tiene una seria potencia de icono. Ahora que todas las producciones de la Marvel se parecen entre ellas y cuesta diferenciar un «Los Vengadores» de un «Capitán América«, se agradece que haya un film que brille con su propia luz. Y que no sólo brille, sino que la mime como un orfebre mima sus creaciones artesanales.
Todo funciona a la perfección en «Doctor Strange«: Cumberbatch supura carisma, la trama es vibrante, el ritmo no decae en ningún momento, los secundarios no son meras comparsas, Tilda Swinton lo peta como The Ancient One… Y la batalla final entre Strange y Dormammu, ese loop entre elocuente y jodidamente cachondo, es una de las mejores resoluciones que vas a ver nunca en una película de la Marvel. Repito: la factoría necesita puertas de entrada a su Universo Cinematográfico, pero hay que reconocer que esto no es una puerta cualquiera. Ni mucho menos. Esto es un pórtico gótico con cristalera de mil colores y millones de símbolos rúnicos volviéndote loco. [Más información en el Facebook de «Doctor Strange»]
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