“Quiero salir fuera de verdad”… Esta sencilla frase, reflejo de un fuerte deseo positivo y alentador, era el motor impulsor de “Go Outside”, primera gran muestra del cancionero de Cults. En las dos palabras de su título, repetidas varias veces cual mantra espiritual a lo largo de sus casi tres minutos y medio de duración, se encerraba todo un universo entre macabramente terrenal -característica aportada por la voz sampleada de Jim Jones, líder de la secta Templo del Pueblo- y onírico -su sonoridad delicada y aterciopelada evocaba diferentes estados de conciencia en dimensiones paralelas- que encajaba milimétricamente con la vaporosa aura que rodeaba a sus creadores, Madeline Follin y Brian Oblivion. Al poco tiempo de su alumbramiento, “Go Outside” se convirtió en uno de los modestos himnos alternativos que iluminaron el verano de 2010, a la vez que anticipaba el potencial del que sería el estreno en largo de Cults, el homónimo “Cults” (Columbia, 2011), un artefacto propio de su época: parte de su aspecto externo no escapaba de la moda imperante entonces -capitaneada por Tennis y Best Coast– que rescataba del pasado y actualizaba los estándares de la producción típica del pop fabricado en la Motown -y compañías similares- e interpretado por el girl-group de turno.
Pero Cults, aun reincidiendo en un asunto tan manido como el amor y repitiendo estructuras sonoras de inmediato efecto déjà vu, añadían una pátina de esoterismo y un halo de hippismo moderno a su repertorio que facilitaban que se les distinguiese enseguida y, por ende, se diferenciasen dentro del pelotón del neo-soul-pop de ínfulas indie. A ello ayudaban la particular voz de Follin -aguda y angelical- y unas melodías absolutamente adhesivas. El hype se cernía peligrosamente sobre el dúo neoyorquino, aunque este logró librarse de él en cuanto las bondades de “Cults” corrieron como la pólvora. Eso sí, como decíamos en la reseña dedicada a ese LP, había que dar tiempo al tiempo para confirmar que Cults eran una realidad estable. Pues bien, lo eran. Y lo siguen siendo, aunque con matices… Ahora debemos entrar en el campo del alt-cotilleo: Follin y Oblivion tuvieron que lidiar con la obligación de conservar su condición de pareja artística tras romper sus lazos amorosos después de que su estreno viese la luz, lo que influyó en el planteamiento previo de su segundo trabajo. Una circunstancia que no afectó a su modus operandi ni a sus señas de identidad, pero sí a buena parte del fondo y la forma de sus nuevas composiciones.
Por todo ello, hay que aclarar por adelantado que “Static” (Columbia, 2013), el sophomore de Cults, es el clásico disco-purga ideado, sobre todo, para exorcizar las causas y las consecuencias de una ruptura sentimental. Se aprecia, de entrada, en la manera en que Madeline Follin expresa sus palabras: con mayor firmeza y, en ciertas fases, impetuosidad; conserva su fragilidad vocal, pero parece que haya perdido por el camino la inocencia de antaño. Y así como ella arrea una patada a su aparente ingenuidad, da la sensación de que Brian Oblivion aprovechó su rabieta para dotar de músculo el sonido del dúo (ayudado por Ben Allen -productor de Animal Collective o Washed Out, entre otros-), electrificando sus algodonadas partituras al estilo del viraje practicado por Tennis en “Young And Old” (Fat Possum, 2012). En medio de este refuerzo estético, las dos figuras que componen Cults no llegan a tirarse los trastos a la cabeza, aunque sí deslizan de soslayo algunos reproches y sentencias sobre un cese de la convivencia (en la alcoba) inevitable.
Pese a los cambios perpetrados, “Static” continúa ascendiendo por el linaje del pop soulero tradicional, haciendo puntuales paradas en el dream-pop. Vamos, que Phil Spector mataría (no va con segundas…) por meter mano en este álbum si no se encontrase entre rejas. Sobre todo cuando comprobara que aquí se toparía con otra buena colección de canciones que tratan de alcanzar la perfección pop de su debut a través de piezas quizá no tan redondas como la mencionada “Go Outside”, “Abducted”, “You Know What I Mean” o “Never Saw The Point”, pero igual de magnéticas y absorbentes. Entre ellas destaca la sección más enérgica del tracklist: la cuasi rockera “I Can Hardly Make You Mine” -ejemplo definitorio del aumento de voltaje señalado más arriba-, con cimas y simas vocales que reflejan los ánimos cambiantes de Follin; la sólida “High Road”, un tema de desarrollo dulce que se rompe con un estribillo incisivo; la emotiva “So Far”, culminada por una orquestación que aumenta su cariz dramático; y “We’ve Got It”, fiel homenaje al clásico girl-pop reivindicativo que reparte culpas.
La otra cara de la moneda de este disco muestra su lado más azucarado, aunque igual de descarnado en cuanto a la lírica -no olvidemos que este LP describe algunos pasos del proceso de descomposición de una relación-: “Always Forever” esconde en su acaramelado interior reflexiones sobre la soledad y el hartazgo emocional; “Keep Your Head Up” guarda en un frasco de shoegaze de baja fidelidad los pedazos de un corazón roto; “Shine A Light” intenta ofrecer algo de optimismo ante el fatal y previsto desenlace; y “No Hope” ratifica la destrucción total admitiendo, sin tapujos, la ausencia de esperanza frente a una situación irreversible.
Una situación de alejamiento tal, la vivida entre Madeline Follin y Brian Oblivion, que se intuye desde la granulada imagen de la portada de “Static” (para sus ediciones digitales y en CD), en la que ambos aparecen en su acostumbrada pose desmelenada pero yendo cada uno por su cuenta, por separado… Se suele decir que la inspiración compositiva llega especialmente en momentos de depresión, tristeza o agitación. Cults aprovecharon una coyuntura de esa clase para facturar un segundo álbum que completa su conseguida revisión del pop sesentero iniciada en “Cults”. Aunque, si se decidieran ahora a elaborar otro tema como “Go Outside”, su letra diría algo así: “Quiero que salgas fuera de verdad… Olvídame y pega la vuelta”. Su música sigue resplandeciendo, pero, según lo escuchado en “Static”, se ha acabado la felicidad (compartida) en el mundo de Cults.