Podríamos decir que Boa-Bao es uno de los mejores asiáticos de Barcelona… Pero es que, directamente, es de los mejores restaurantes de la ciudad. Y punto.
Nos puede la especialización. Todos (y aquí me estoy refiriendo tanto los periodistas gastronómicos como a los comensales cada vez más sibaritas a nivel foodie) nos hemos convertido en especialistas en diferentes cocinas y preparaciones y, por eso mismo, entre nosotros es habitual comentar “la mejor burger gourmet de la ciudad” o “el mejor tailandés” o “la mejor pasta carbonara” o “el mejor burrito”… Y así hasta el infinito y más allá, atomizando la cocina y (sobre)analizando sus partes para observar el conjunto en sus partes, nunca en su global. Pero, entonces, ¿qué ocurre cuando un restaurante es tan jodidamente bueno que es que da igual su especialidad porque, directamente, es de lo mejorcito que puedes probar aquí y ahora?
Esa reflexión me asalta justo después de haber catado el desembarco de Boa-Bao en la ciudad de Barcelona. Los más listos de la clase ya tendrán controlado este nombre, ya que desde 2017 está petándolo cosa seria en Portugal con dos restaurantes: uno en Lisboa y otro en Oporto. Allá le han llovido los premios y, sobre todo, se ha convertido en un verdadero fenómeno social porque, como dicen los buenos chefs, una comida ha de ser un viaje bien articulado, con su principio y su fin y su parte intermedia repleta de sensaciones. Y, a ese respecto, la experiencia de Boa-Bao es realmente impactante.
Una comida en este restaurante está concebida desde su inicio como un viaje. No es de extrañar, entonces, que en cuanto aterrices en el local te encuentres con dos posibilidades: puedes esperar tu mesa en la barra, de tal forma que te ofrecerán una “tarjeta de embarque” en la que ir pidiendo bebidas y algo de picar; o, si has hecho reserva, solo sentarte en la mesa te facilitarán la carta de comida y la de bebidas. El toque maestro es que ambas cartas se inspiran en la estética del pasaporte para reforzar esa sensación de que realmente te estás embarcando en un viaje gastronómico.
Un viaje, vale, ¿pero hacia dónde? Hacia todo un conjunto de países asiáticos que son de los que bebe la cocina de Boa-Bao. Tailandia, Vietnam, Laos, Camboya, Malasia, Indonesia, Filipinas, Corea, Japón y China. Un total de diez países cuya impronta no solo se nota en los platos que salen de la cocina, sino también en el privilegiado espacio que este restaurante ha ocupado en el Eixample justo al lado del centro de la ciudad de Barcelona, específicamente en el número 1 de la icónica Plaza del Dr. Letamendi (ya sabes: la plaza que cruza la preciosa calle Enric Granados). El espacio se articula en dos espaciosas plantas con sensación de exterior gracias a los amplios ventanales en el piso de arriba y por los amplios accesos a ras de suelo. La decoración vuela libre a la hora de interpretar la estética asiática y, desde el minuto uno, sientes que estás allá. Que ya has llegado. Que ya estás en Asia.
Entonces toca el momento de elegir la comida. Y aquí es necesario que sepas una cosa: la carta de Boa-Bao no juega a la fusión ni a la modernidad ni a la experimentación ni a la cocina molecular. Todos los platos de su carta son reproducciones exactas de preparaciones que existen en sus países de origen, de tal forma que el plato no se prepara si falta alguno de los ingredientes (y una cosa te digo: hay algunos ingredientes tan raros que incluso yo, que soy un loco de los ingredientes raros, tuve que preguntar varias veces qué era lo que me estaba comiendo -con mucho gusto-). Lo cierto es que esta rigurosidad a la hora de respetar la tradición se agradece por tres motivos: porque estamos desacostumbrados a semejante respeto por la cocina extranjera, porque esta es una forma vibrante de descubrir la Asia real y verdadera y porque… ¡madre mía las raciones de Boa-Bao!
Olvídate de esa regla que dice que de un buen restaurante tienes que salir con hambre. Olvídate de que la calidad es mejor que la cantidad. Porque, en serio, ¿por qué vas a tener que elegir solo una de estas dos opciones cuando Boa-Bao demuestra que puedes tener tanto calidad como cantidad? Prepárate entonces a un viaje que va a sobrecargar de placer tus papilas gustativas, con especial mención para los baos (mucho ojo con el bao de lubina, porque es de lo mejor que he comido en el último año), los woks, los currys y uno de los pad thais más sabrosos -y equilibrados- que te vas a encontrar en Barcelona. Los postres, por cierto, están pensados para que inicies el viaje de regreso, y por eso respetan la tradición (como esa locura que es el Lod Chong con pasta de padang) e introducen interesantes novedades (como su versión de la creme brulée).
Otro elemento de Boa-Bao que también ayuda a la hora de lubricar el viaje es, sin lugar a dudas, la bebida. Ya sea con las interesantes relaciones que el restaurante ya ha establecido con artesanos locales (el café es de Café La Finca de Casteldefells y Garage Beer sirve aquí una IPA de toques cítricos ideal para limpiar el paladar entre plato y plato) o, sobre todo, con una carta de cócteles que maridan a la perfección con el viaje gastronómico desde su principio hasta su fin. Literalmente. Porque es que recientemente incluso han incorporado un cóctel (Sticky Mango) que también es un postre. Y que es una delicia que no te esperas.
Así que dejémonos de especializaciones… Porque, la verdad, podría cerrar este artículo sentando cátedra con que Boa-Boa es uno de los mejores restaurantes asiáticos de la ciudad de Barcelona. Y así es. Pero es que, cuando la calidad sobrepasa ciertos niveles, ¿qué más da la denominación de origen que luzcan los platos? Así que mejor quitemos lo de “asiáticos” de la fórmula y permitidme que lo diga a las claras: Boa-Bao es, directamente, uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Y punto. [Más información en la web de Boa-Bao]