“Duplo” es el disco más existencialista de Yawners… y también una excusa pluscuamperfecta para entrevistar a Elena Nieto.
Elena Nieto es un ejemplo paradigmático de persona dedicada a la música que debería haber nacido en una época distinta a la que marca su DNI. En su caso, tendría que haber venido a este mundo entre finales de los 70 y principios de los 80 para vivir en plena adolescencia el hervidero sonoro de mitad de los 90. Concretamente, Elena habría alucinado con el indie-rock y el punk/power-pop procedente de Estados Unidos y encabezado por Green Day, The Offspring, Red Hot Chili Peppers, Nirvana o Pavement. Aunque habría sido con Weezer con quienes más habría flipado, ya que es una de sus bandas favoritas; y Rivers Cuomo, su líder, uno de sus ídolos y referentes. Pero, a pesar de la distancia generacional, Elena supo asimilar los postulados éticos y estéticos de aquellos estilos para hacerlos suyos en Yawners, su proyecto personal.
¿Cómo? ¿Proyecto personal? Se preguntarán algunas y algunos… Así es. Aunque parezca lo contrario, Yawners es la aventura individual de Elena -quien, eso sí, siempre ha sabido rodearse de buenas compañías- con la que da rienda suelta a su pasión por la electricidad ejecutada con energía y endulzada con estribillos que se enganchan con pasmosa facilidad al cerebro. Su carta de presentación en largo, “Just Calm Down” (La Castanya, 2019), ya mostraba el nervio de la propuesta de Elena, cualidad que le permitió traspasar nuestras fronteras y llegar a países lejanos en los que sus canciones se recibían con el mismo entusiasmo que en España.
Se podría pensar que el impacto de “Just Calm Down” pondría las cosas difíciles para que Yawners superara (o, al menos, igualara) su alcance en su siguiente paso, pero Elena lo ha logrado con su sucesor, “Duplo” (Montgrí, 2022). Un disco -producido por Santi Garcia y que cuenta con las aportaciones de Cala Vento, Joan Delgado (miembro del grupo catalán) a la batería y de David Marín (Biela)- que ofrece una versión diferente de su música: más de la mitad del repertorio está escrito en español, cuando antes era una excepción, ya que en su anterior disco sólo se encontraba “La Escalera”. Este, por cierto, es uno de sus temas más escuchados, lo que sugiere que esa veta lingüística era una buena oportunidad para que Elena la aprovechara. Y eso fue lo que hizo, porque era lo que le pedía el cuerpo, básicamente.
Gracias a ello, se comprueba con claridad cómo “Duplo” es un trabajo que muestra a una Elena más existencialista, por así decirlo. En cambio, en el apartado sonoro, Yawners no sólo ha conservado intacta su fuerza, sino que también ha vitaminado su fórmula con unas melodías más afinadas que, de nuevo, tendrán edición internacional con la colaboración de los sellos Inpartmaint Inc. (Japón), Big Scary Monsters (Reino Unido) y Counter Intuitive (Estados Unidos) y se escucharán en vivo en diversos puntos de Europa a partir de septiembre. Aunque, antes, Yawners descargarán -en formato trío, con Tomás Rey (Monteperdido) al bajo y Teresa Iñesta (Aiko El Grupo) a la batería- toda la energía de “Duplo” en eventos como el inminente Bilbao BBK Live 2022.
A la hora de hablar de “Duplo”, Elena se expresa como cuando se pone ante el micrófono: con la misma inmediatez, sin andarse con rodeos y yendo al grano. Algo que se agradece en tiempos de circunloquios vacuos. Lo bueno, si breve… es como una canción de Yawners.
Desde la salida de tu primer LP, “Just Calm Down”, Yawners ha ido variando, siempre contigo en el epicentro. ¿Definirías Yawners como un proyecto mutante y flexible? Dentro de Yawners ha habido cambios pero, en esencia, siempre ha sido mi proyecto personal. Lo fundé con un amigo mío de Salamanca [Martín Muñoz], que se fue a vivir a otro sitio, y entonces lo tomé yo misma como proyecto individual. Luego, en directo y en las grabaciones en el estudio, ha ido pasando por Yawners un montón de gente. Sí, ha sido un proceso cambiante.
Entonces, aunque por el nombre dé la sensación, Yawners no es un grupo propiamente dicho… ¿O sí? Que el nombre del proyecto tenga una s al final puede confundir [risas]. Sin embargo, a la hora de dar un concierto sí que se ve a una banda tocando, no a una solista ni a mí con una guitarra cantando y ya está.
Como he dicho al principio, tú eres el centro en torno al que gira Yawners. Me recuerda en cierta manera al modus operandi de artistas como Kevin Parker con Tame Impala, en el que él se encarga de todo el proceso creativo y de tocar todos los instrumentos. ¿También lo haces con su exagerado nivel de perfeccionismo? Sí, especialmente en este segundo disco. Por ejemplo, las baterías fueron grabadas por Joan pero yo hice toda la pre-producción en casa, donde tengo una especie de estudio. Sí que se trata un poco de ese rollo de darle mil vueltas a toda la instrumentación.
También me refería a la fase de composición de las letras… Uniendo todo ello, ¿llegas al punto de revisar hasta el último detalle y alargar más de la cuenta la confección de un disco? Es complicado, porque quieres que todo quede lo mejor posible y, como está en tus manos, al final lo piensas más de la cuenta. Pero también está bien, porque el resultado que obtienes es exclusivamente tuyo, para lo bueno y para lo malo.
Defiendes un género como el punk-pop-rock que podía haber entrado en decadencia por la pujanza de otras modas musicales, sobre todo entre la juventud… ¿Crees que ese estilo se mantiene firme y fresco hoy en día? Sí, a pesar de que su auge se produjo en los 90 y en los 2000. En realidad, nunca ha dejado de practicarse y, desde hace unos años para acá, ha habido una especie de revival de la mano del mainstream con artistas que han querido hacer un poco de Avril Lavigne [risas]. Siempre han estado ahí esos géneros y, de hecho, están de moda, entre comillas…
Pese a la diferencia temporal, has sabido captar muy bien el espíritu del indie-rock y del power-pop de, como bien has dicho, hace más de 25 años, tanto en el aspecto musical como en el aspecto estético. Mis grandes influencias son grupos de esos estilos y de esa época, así que, cuando compongo, me fijo en ellos. Podría hacer otra cosa diferente, pero es lo que me sale de dentro.
El ejemplo más claro es “Rivers Cuomo”, canción que, evidentemente, hace referencia al líder de Weezer, una de tus principales influencias. Él mismo la escuchó y dejó un comentario en YouTube… ¿Cómo viviste ese momento como fan de la banda? Fue bastante surrealista, porque jamás había pensado que Rivers Cuomo escucharía la canción. Pero mi sello en Estados Unidos [Counter Intuitive] habló con él y se la hizo llegar. Respondió que le hacía mucha ilusión y que no podía parar de cantarla. Es una de las cosas guays de internet: lo que parece fuera de tu alcance, al final se puede conseguir.
¿Te hubiera gustado vivir en persona aquel momento en que se publicó el primer disco de Weezer, el “Blue Album”? Me lo he planteado a veces, sobre todo desde el punto de vista artístico y musical y como compositora de discos. Con el boom de internet, la industria ha cambiado tanto que me gustaría mucho haber podido vivirlo desde antes, cuando no existían las plataformas digitales ni Instagram ni TikTok… Supongo que las dinámicas eran muy diferentes.
Radicalmente. Por mi edad, recuerdo ver de adolescente en la televisión el vídeo de “Buddy Holly” y descubrir la canción y aquello fue como si me volara la cabeza… Por un lado, me cuesta imaginármelo, porque no pude vivirlo [risas]. Pero pienso en cómo la gente veía videoclips en la tele, en la MTV o donde los pusieran, porque tampoco habría muchas más vías… Creo que se le daba mucho más valor a las cosas. Ahora, en cambio, todo es muy efímero, hay contenido por todas partes y en cualquier momento.
En cierto modo, reflejas en tu música aquella forma tan distinta de vivir la música que actualmente parece olvidada. Eso intento, al igual que darle valor al formato disco y no tirar sólo de singles que, en una semana, ya no importan a nadie…
¿Qué tal llevas el hecho de que se te incluya en esa categoría de ‘pop-rock femenino’ (tan en boga en España gracias a grupos como Ginebras, Amparito, shego, Aloha Bennets o Hinds) cuando, realmente, ya debería estar superada? Es decir, que una artista o banda de rock lo es sin que haya que distinguir su género sexual ni recalcar que es ‘femenino’. Eso es, estoy totalmente de acuerdo. Más allá de que, a la hora de cantar, se distinga una voz femenina de una masculina porque tienen timbres diferentes, lógicamente, da exactamente igual que sea un grupo con chicas, con chicos o mixto. Me parece que la etiqueta está bien para intentar promover que haya más bandas femeninas o para motivar a chicas que no se atrevan a dar el paso adelante. En ese sentido, puedo verlo como algo positivo. Pero, en realidad, esa etiqueta es irrelevante. Cuando escucho el término ‘grupo de chicas’ me chirría mucho, no hay por dónde cogerlo.
En una entrevista rápida que nos diste hace dos años te describías como una persona “chill y tranqui”… que toca música enérgica y poderosa. ¿Cómo conjugas ese contraste? Sigo manteniendo esa definición, pero tranquila en el sentido de paciente. En mi proyecto continúo haciendo muchas cosas de manera autogestionada, con lo que si no tienes paciencia y un poco de temple, no vas a ningún lado.
Es que cualquiera diría al escuchar tus canciones que detrás hay una persona pausada que, de repente, coge la guitarra, se pone ante un micro y se transforma, como Dr. Jekyll y Mr. Hyde… [Risas] Pero también mola esa paradoja.
“Duplo” tiene un fondo casi existencialista, basado en esas pequeñas decisiones que tomamos cada día y que marcan nuestras vidas sin darnos cuenta… Expones una cuestión tan profunda a pesar de tu juventud, cuando se supone que podrías hablar de otros temas más ligeros… No soy muy del tipo compositora metafórica, filosófica o política, pero es importante que las canciones tengan fundamento y chicha. Las letras que escribo son prácticamente siempre acerca de experiencias que vivo (como todo el mundo) y busco que sean un poco trascendentales y que digan cosas. No todo va a ser canciones de amor insulsas [risas].
En tu anterior LP estaba “La Escalera”, la excepción entre canciones escritas en inglés. Sin embargo, en “Duplo” te lanzaste de lleno al español como idioma compositivo. ¿Por qué lo decidiste así? Una vez que había hecho “La Escalera” abrí la veda del español y, cuando empecé a componer “Duplo”, me salían temas en ambas lenguas. En algún momento pensé que podía ser arriesgado hacerlo así, pero como me había salido de una forma natural, lo dejé tal cual. No hay que forzar las cosas y, si te salen de una manera en concreto en un momento determinado, hay que respetarlo.
El español es diferente al inglés a nivel vocal y sonoro. Algo tan sencillo como decir “I love you / te quiero” cambia por completo, como si en español sonase más cursi y empalagoso. No sé si usar ambas lenguas en tus canciones te llevó a pensar en matices como ese… Sí, pero, si lo piensas, estás diciendo exactamente lo mismo. Creo que en España -y me imagino que en otros países con otras lenguas- estamos un poco acomplejados en el sentido de que nos da miedo decir determinadas cosas. Si te paras a pensarlo, si dices algo como “I love you” significa lo mismo que en español, es una tontería muy grande… Hemos de liberarnos de ese estigma y centrarnos en los mensajes porque, más allá de que la sonoridad y la fraseología de cada idioma sean diferentes, su significado es idéntico.
Con todo, a la hora de componer los versos pasando del inglés al español, no sé si tenías que pensarlos un poco más para medir su longitud y encajar las palabras. ¿Te resultaba igual de fácil que planteándolo en inglés? En mi caso particular, creo que es más complicado escribir en español, porque en inglés parece que todo fluye más, da la sensación de que es una lengua un poco más melódica. Eso te lo puedo decir yo… Si preguntas a los Carolina Durante, por ejemplo, quizá te respondan que para ellos es imposible escribir en inglés. Todo se basa en algo personal. Una vez que te acostumbras a escribir en un idioma, le coges el truco.
Santi Garcia produjo “Duplo”. Es decir, que contaste con toda una garantía en el estudio. En el primer disco quedé muy contenta con su trabajo y para este no me planteé hacerlo con ninguna otra persona, lo di por supuesto. Fue muy guay, porque Santi es un mítico, lleva grabando a grupos de guitarras mil años y para mí es de los mejores que hay en España para hacer algo así.
Ya lo has dicho antes: Joan Delgado de Cala Vento ejerció de batería en el álbum. Y su banda colaboró en el corte “Paranormal”. Ellos, precisamente, fundaron Montgrí, sello por el que fichaste y que da la impresión de que te sienta como anillo al dedo. La verdad es que sí, los chicos de Cala Vento han estado muy presentes en “Duplo” por esa razón. Tenía bastante claro que el sello más apropiado para mí era Montgrí, a pesar de que es muy joven. Bueno, al principio no tanto, porque cuando debía decidir con quién editar el disco había muchas opciones encima de la mesa en España y quería ver el croquis que me permitiese también coeditarlo con las otras discográficas extranjeras. Al final, sí que vi con claridad que la mejor elección era Montgrí por su manera de trabajar, por su motivación y porque estaban más que dispuestos a colaborar con los sello internacionales. Ha sido un combo ganador, también por el roster que tienen [en él se encuentran, entre otros, Biznaga], que es muy guay.
En “Duplo” has elevado la pegada de las melodías, como si uno de tus objetivos principales hubiese sido perfeccionarlas lo máximo posible. Tanto las melodías como el resto de elementos de las canciones están mucho más desarrollados, son más complejos que en el disco anterior porque tuve muchísimo más tiempo para componerlo y pre-producirlo. Se nota que está todo más trabajado.
Y, a lo largo del LP, no bajas el piñón rítmico, pisas el acelerador a tope. Vamos, que prefieres esa dinámica veloz a las baladas o los medios tiempos… Ese tipo de canciones son las que acaban destacando dentro de cualquier disco y me tira mucho ese rollo.
De hecho, abres “Duplo” a cañón con “No me Digas”, un pepinazo tanto por su forma como por su letra, muy afilada. Su letra va un poco de rupturas: de una amistad, de una relación, con tu jefe…
Era el tema ideal para descorchar el disco con potencia. Parece que lo tenías planeado de antemano… Esta canción era la única que tenía claro en qué lugar iría, sabía que iba a abrir el disco, mientras que con el resto lo fui pensando más o menos.
Y, justo después, llega “Suena Mejor”, que podría convertirse sin problema en un himno generacional al capturar fielmente un sentimiento colectivo. Ojalá [risas]. En los conciertos que hemos dado hasta la fecha la gente la canta como si fuera así. Creo que eso significa que se siente identificada con ella, con lo que por ahí pueden ir los tiros…
En “Something About You”, por decirlo de algún modo, experimentas con arreglos electrónicos. Quería que ese tema fuese rupturista y que su primera mitad incluyese sonidos más modernos pero que, en su segunda parte, volviese a los orígenes eléctricos. Trabajamos bastante esa canción en el estudio para ver cómo podíamos hacer percusiones y un bajo más electrónicos. Es de mis canciones favoritas del disco.
Y en “Tu Cumpleaños” se escucha la trompeta de David de Biela. Una canción con un tono pesimista, por eso de considerar los cumpleaños como marcadores del paso del tiempo… Esta canción es un poco oscura porque es la única que trata el asunto de la pandemia y el confinamiento. Básicamente, lo que quiere decir es que, de repente, en aquella situación estaba pasando el tiempo y no había nada que nadie pudiese hacer para aprovecharlo o para hacer las cosas que había planeado. También la compuse desde el punto de vista de un músico o de alguien como yo que tenía planes para ir creciendo como proyecto y aquellos momentos fueron muy frustrantes en ese sentido.
Ahora que lo comentas, ¿el encierro provocado por el coronavirus supuso para ti un aliciente creativo al tener más tiempo disponible o pasaste por el bloqueo que sufrieron algunos artistas limitados por aquellas circunstancias? A mí me sirvió de mucho porque me dio el tiempo necesario para componer este disco. Ya tenía varias canciones escritas, pero me ofreció mucho margen para estar en el estudio en casa y darles mil vueltas a todas las partes, no tenía otra cosa que hacer. Para mí fue positivo, pero también sé por otra gente que fue una situación de incertidumbre total y que podía agobiar mentalmente.
A pesar de que “Duplo”, como has explicado, está compuesto casi por igual en inglés y en español, seguro que sus canciones se entenderán perfectamente fuera de nuestras fronteras. Vamos, que no va a ser ningún problema la cuestión idiomática… Para nada. Lo veo como un atractivo, de hecho. Para los sellos internacionales, sobre todo el estadounidense y el británico, ese fue uno de los atractivos que vieron en este disco, no sé si por moda o por expansión del español. Parece que existe un interés global por la música en español.
Sí, pese a que sea gracias a otros estilos muy alejados del tuyo. Tal cual. Además, lo compruebo en internet, como cuando veo a japoneses en Twitter haciendo comentarios sobre mis canciones en español. Mola mucho.
Entonces, en directo, cuando salgas de España, tampoco será un problema esa diferencia idiomática. Supongo que el público extranjero hará lo mismo que nosotros con grupos de fuera [risas]. Por ejemplo, recuerdo que, al día siguiente de la salida de “Duplo”, tocamos en un festival en Cerdanyola del Vallès, el Altimira Fest, y había un chico de la República Checa. En 24 horas se había estudiado el disco entero, estaba en primera fila cantando todas las canciones y yo me partía el culo porque lo hacía sin saber español [risas]. Era muy gracioso verlo y pensar: “Así es cómo nos deben de ver cuando a veces cantamos en inglés…”.
Esa es una anécdota, aparte de curiosa, interesante que habla muy bien de los efectos de tu música y que quizás nunca te esperabas que sucediera… No, claro, pero me parece algo súper-guay. [FOTOS: Neelam Khan Vela] [Más información en el Instagram de Yawners // Escucha “Duplo” en Apple Music y en Spotify]