¿Quién dijo que Peter, Bjorn and John eran unos one hit wonders sin oficio ni beneficio? Yo lo he dicho. He pecado y hoy, cinco años después de aquel maravilloso silbido de “Young Folks“, tengo que dar un paso atrás y rendirme ante “Gimme Some” (Cooking Vinyl / Startime, 2011): probablemente el trabajo que mejor equilibra toda esa oleada pop, ese loop en los coros, esas variaciones rítmicas y esa incorporación de elementos experimentales en un grupo declaradamente pop hasta la fecha. Debe ser difícil para una banda sobreponerse (es posible que nunca lo consigan) a un éxito mundial de tal calibre (mirad a Los Del Río, si no). Posiblemente, la única manera con la que consigas eclipsar aquella pieza (o disco) sea, simplemente, pasar de ello y conseguir que tus intenciones dejen de flaquear o bien por contraer un nuevo matrimonio con las masas, pero de otro perfil (como intentaron los suecos en “Living Thing” -Wichita, 2009-), o bien por lanzar al aire una cantidad de composiciones insultante de piezas instrumentales, procurando redimirse de un éxito que, quizás, les venía grande (como intentaron en “Seaside Rock” -Wichita, 2008-). La realidad es que Peter, Bjorn & John, éxitos, proyectos paralelos (Peter Morén y esos dos discos solistas de 2008 hasta aquí, bastante más exitosos que el sucesor de “Writer’s Block” -V2 / Wichita, 2006-) y experimentaciones aparte, no dejan de ser un grupo de pop que tuvo sus quince minutos de fama y no supo aprovecharlos… Ahora, cinco años después, su sexto disco de estudio pone el contador a cero e inicia una nueva etapa en la que coquetean tanto con el power-pop más vitaminado como con la confrontación de sus propios fantasmas contra el insulto ajeno.
“Gimme Some” es un ejercicio de redención impulsado desde las entrañas, un canto al amor propio y un exabrupto propio de una banda que lleva muchos años teniendo ganas de decir cosas pero que , por el contrario, llevan demasiado tiempo diciendo sólo una: “Young Folks”. La juventud pasa, los discos también, y este sexto álbum pone al trío sueco quizás no en boca de todos, pero sí puliendo desde la indiferencia ajena, el exilio que genera la propia imprudencia y la falta de solvencia para transformar los acontecimientos del alcance global una mandrágora que confirma el buen ejercicio y la fe en las cosas bien hechas. Dejando de lado las anacrónicas y esquemáticas formas de su predecesor (el más que tibio “Living Thing”), recreándose en algunos coletazos que recuerdan sus inicios de aquel “Peter, Bjorn and John” (Beat That!, 2002) y sabiéndose miembros de una oleada de bandas suecas que empiezan a madurar del sol hasta el ocaso de la casi sabiduría que dan las grandes ligas del pop europeo (Shout Out Louds, Lacrosse, The Whitest Boy Alive) y parte del norteamericano (The Shins, Passion Pit, Ok Go) pero, en esta ocasión, con un claro reflujo hacia el power-pop de principios de los años 90 (palabra santa en este disco son artistas como Matthew Sweet, The Futureheads, The Posies o Sloan -quienes, oh, casualidad, son novedad por la inminente publicación de “The Double Cross”, suflamante nuevo álbum-) y a una suerte de proto-punk estrujado hacia la lágrima de pop accesible.
PB&J practican una incisión consigo mismos, haciendo de canciones como “Dig a Little Deeper” o “Second Chance” (una letra y un título que van con segundas) un ejercicio pedagógico de pop de estadio, totalmente radial pero aportando, además de esa suerte de loops corales por detrás, un mantra de ritmos tan factoriales como fiesteros (hay desde batucadas indies hasta indie-pop para albañiles). Aún así, es en la urgencia donde el trío sueco se acerca al power-pop callejero y a la recreación de Sex Pistols vistiendo de Gucci en canciones que no llegan a los dos minutos (“Breaker Breaker” es una maravilla propia del Ryan Adams más inspirado y “Black Book” es lo más lúdico y transgresivo que parieron hasta la fecha) pero que dicen todo lo que tienen que decir ya no sólo lírica sino estruendosamente también. Coñas al margen, esa autoparodia entre el AOR y el pop’n’roll peludo de los 80 de “(Don’t Let Them) Cool Off” o ese medio tiempo en forma de placebo belicoso de “Down Like Me”, donde la bravura y la tibieza siguen haciendo del caos mántrico de atrás pura sensualidad, hacen las veces de ejemplo a seguir y dan un puñetazo en la mesa. Esta vez, sin silbidos que recordar pero sí lamentándose de sí mismos y del insulto en “I Know You Don’t Love Me”… Esto sí que es hacerse el sueco: zona cero para el trío (otra vez).
[Alan Queipo]
Peter, Bjorn and John – Second Chance from Peter Bjorn and John on Vimeo.