¿Necesitas aire fresco musical? Te hablamos de siete nuevas bandas españolas que lo tienen todo para convertirse en tus próximas favoritas.
BALARRASA
Electrónica, dream-pop, shoegaze, ambient, bedroom-pop… Todas estas etiquetas (juntas o por separado) sirven para definir a Balarrasa.
VIDA. En esta sección de La Nueva Carne ya hemos hablado de Extremadura como un espacio fértil para el noise-rock y el indie-pop. Por aquí han desfilado para demostrarlo Lúa Gramer o Subterráneos, aunque en aquellas tierras también han surgido durante los últimos años proyectos que se alejan de la electricidad guitarrera, ya sea de raíz británica o velvetiana. Es el caso de Chema Castaño, multi-instrumentista afincado en Madrid que se esconde tras Balarrasa y que ha apostado por un estilo etéreo caracterizado por la prueba y el ensayo con distintas texturas y armonías.
Así, a Balarrasa se le podría colgar alguna de estas etiquetas: electrónica, dream-pop, shoegaze, ambient, bedroom-pop… O todas ellas a la vez. Sea como sea, al ser una aventura individual 100% independiente y autogestionada, Chema tiene toda la libertad del mundo para elegir qué dirección seguir. Es, por así decirlo, un Juan Palomo que compone, produce, graba y mezcla todas sus canciones. Y, por si fuera poco, también realiza sus vídeos, ya que la narrativa visual funciona como un elemento importante de su visión artística.
OBRA. El propósito de la música de Balarrasa consiste en apelar a la espiritualidad y el misticismo para invitar a la reflexión pausada y meditada ante el frenético presente que vivimos. Sus composiciones serían, por un lado, una especie de antídoto contra la voracidad del neoliberalismo y su falta de humanidad; y, por otro, puertas de acceso al autodescubrimiento y a diferentes estados de conciencia. Chema empezó a concretar esos objetivos creativos y los esquemas sonoros de su propuesta en cuatro temas editados digitalmente a lo largo de 2019 que acabarían reunidos en una mixtape.
Ya en 2020, llegaría el primer EP oficial de Balarrasa: “La Justicia” (autoeditado, 2020), un conjunto de piezas envolventes cuyas letras se basan en la deriva de la sociedad contemporánea. Ese sonido y esa temática se prolongan en “La Nueva Normalidad”, tema elaborado durante el pasado confinamiento que describe las extrañas sensaciones que provocó aquella etapa de reclusión doméstica. Sin embargo, su último single se aleja de esa premisa: “LQAM”, una aterciopelada versión synthpop con toques after-punk de “La Quiero a Morir” de Francis Cabrel que certifica el espíritu experimentador y la apertura de miras de Balarrasa. [Más información en el Facebook de Balarrasa]
CASETES
El misterio envuelve a los asturianos Casetes y su nombre prácticamente ingoogleable… Pero, por suerte, su indie-pop hace olvidar la falta de información sobre ellos.
VIDA. En España se suele asociar el indie-pop-rock al ambiente urbano, donde germina entre sus calles y locales a nivel underground para luego, si se dan las circunstancias adecuadas, explotar más allá de ese límite. Este no deja de ser otro tópico o prejuicio, porque en nuestro país hay numerosos ejemplos de grupos que nacen en lugares alejados de las ciudades y, a veces, aislados. Basta con fijarse en la esquina noroeste española. De allí provienen Casetes, de una aldea de Asturias, detalle que ha hecho que se vieran rodeados de cierto misterio, reforzado por su nombre tan ingoogleable (de hecho, es más fácil encontrar a Los Casetes, otro combo que nada tiene que ver con el que nos ocupa).
No obstante, la enigmática biografía de Casetes puede ir aclarándose gracias a su incorporación al sello Mont Ventoux, que cayó rendido al sonido lo-fi y garagero de la banda encabezada por Fernando Megía (quien, por cierto, iniciará pronto también con Mont Ventoux sus andanzas a solas como Ferla Megia), que lo emparenta con paisanos como Axolotes Mexicanos o No Fucks. A su agilidad rítmica y melódica, Casetes añaden carisma, acidez y, especialmente, sinceridad y honestidad. La prueba ideal de la personalidad del grupo asturiano es su último single, “Manifiesto” (con fugaz homenaje a “Wonderwall” de Oasis incluido), que trata de “los y las gilipollas que van de guay por creerse de izquierdas”.
OBRA. “Manifiesto” demuestra que Casetes retratan la realidad a bocajarro. Esta declaración de intenciones es la avanzadilla del plan de Casetes y Mont Ventoux, consistente en reeditar los dos EPs que la banda ha publicado: “Lágrimas pa Quien no Llora” (autoeditado, 2019), un dechado de indie-pop de aspecto clásico que tiende a un cruce entre The Wedding Present y The Pastels (“400 Golpes”) y al C86 interpretado con vigor y sensibilidad (“Como Acabó”); y “Bien Sigue lo que Bien Está” (autoeditado, 2019), que introduce interesantes cambios y giros formales en la paleta sonora de Casetes al relajar el nervio (“Guay”) o aproximarse al post-punk apesadumbrado (“Silencio”).
La evolución de Casetes entre ambos EPs y “Manifiesto” expone claramente las amplias posibilidades de los asturianos, quienes parecen estar dispuestos a exprimir su receta indie-pop desde diferentes vertientes sin perder su esencia primigenia. [Más información en el Instagram de Casetes]
ELBA
Elba Souto podría haber seguido el camino de la música clásica… Pero se dio al synthpop y al new wave bajo el nombre artístico de ELBA.
VIDA. Elba Souto empezó a probar las mieles musicales desde niña. En el conservatorio de su Santiago de Compostela natal, se convirtió en una artista de gran proyección por los excelentes resultados obtenidos durante su formación en violín y canto. Pero, como en muchos otros casos, Elba no continuó la senda de la música clásica, sino que buscó labrarse una carrera en otras esferas sonoras, lo que le condujo a enrolarse en el grupo rock Ivy Moon.
Aunque la santiaguesa tomó un impulso definitivo cuando se lanzó en solitario como ELBA, propuesta de aspecto vintage pero planteamiento moderno que aúna synthpop, dark y new wave más dream-pop. Los espejos en los que se fija van desde Kate Bush a Joy Division, aunque ella tira por una vía intermedia marcada por la emotividad, la melancolía y una singular estética.
OBRA. ELBA cubre sus composiciones con un hechizante halo mágico para situarlas en un decorado onírico y cuasi gótico salpicado de claroscuros. Su magnética voz ayuda a que su música, pese a su base maquinal, desborde alma. Por el momento, la compostelana tiene en su zurrón tan solo dos singles: “Hurt”, que supuso su carta de presentación a finales de 2019 y la invitación a entrar en su universo presidido por los sintetizadores de pátina ochentera; y la joydivisioniana “Natural Magic”, con hechuras de tecnohit, que muestra una curiosa aproximación del post-punk a la new age.
A ELBA, que podría ser considerada ya la Austra gallega, todavía le queda un largo camino que recorrer, pero ahora mismo es uno de los nombres a seguir con más atención dentro del roster del activo sello santiagués La Melona y, por extensión, del panorama alternativo de Galicia. [Más información en el Facebook de ELBA]
MEDIAPUNTA
La noche de Zaragoza y el fútbol… Estas son las dos principales coordenadas en las que Mediapunta practican su vibrante pop-rock garagero.
VIDA. Una noche, Los Crâpulas telonearon a Carolina Durante en Pamplona. Allí surgió una relación amistosa y artística que, con el tiempo, propició la entrada del grupo en 2019 en la discográfica Sonido Muchacho. Un momento clave en su trayectoria que conllevó un nuevo bautismo para pasar a llamarse Mediapunta. Así, los zaragozanos Francho Pastor (sobrino de Segio Algora), Francho Asensio, Adrián Escolano, Dani Sanz y Rafael Bermúdez, continuadores de la brillante tradición independiente maña, emergían como otra apuesta ganadora del certero olfato del sello madrileño.
En cierta manera, casi era lógico que Mediapunta aterrizaran en Sonido Muchacho por su pop-rock garagero y vibrante y su espíritu espontáneo, divertido y gamberro, que se deriva de dos de sus principales inspiraciones: las experiencias en la noche de Zaragoza de los Franchos como gerentes del bar Candy Warhol; y el fútbol, al que recurren como metáfora cuando equiparan las decepciones balompédicas con las de la vida misma. De hecho, los Franchos y Adrián pertenecieron en su día a otra prometedora banda de raigambre futbolera, El Gol de Nayim. Si se preguntan a qué club apoyan Mediapunta, no hay duda: el Real Zaragoza.
OBRA. La reconversión de la banda en Mediapunta supuso también un cambio en su sonido, no tanto en lo relacionado con el género practicado, sino más bien con su acabado, más aseado y menos punk. Lo que no varió fue el tono de sus letras, basadas en las piruetas del amor, en personajillos nocturnos y en las peripecias y tribulaciones de la juventud actual, asuntos que se tratan con energía, inmediatez e ironía en su primer EP: “Amor Olímpico” (Sonido Muchacho, 2020), grabado con Paco Loco y que tiene por tema bandera “Fantasmas”, en el que se ratificó la conexión de la banda con Carolina Durante a través de la colaboración de Diego Ibáñez.
Sin embargo, Mediapunta no se durmieron en los laureles con el EP bajo el brazo, ya que continuaron preparando nuevo material. Como “Todo Mal”, otra ración de aceleración guitarrera y lírica corrosiva repleta de referencias futbolísticas (colchoneras, para ser más precisos; sólo hay que ver su videoclip…). Y su última edición hasta la fecha: “D.E.P. Los Crâpulas” (Sonido Muchacho, 2020), que contiene “La Gran Cacería” y “El Parque”, dos piezas de su antigua banda remozadas con las que certifican su defunción definitiva. Así se disponen Mediapunta a marcar más golazos en el futuro, como aquel que anotó Nayim desde el centro del campo en la mítica final de la Recopa de 1995 entre el Arsenal y su amado Zaragoza. [Más información en el Facebook de Mediapunta]
MYŌBOKU
Myōboku es la unión de Marina Herlop y Óscar Garrobé… Aunque también es ‘post-pop neogregoriano’. ¿A que ya ha llamado tu atención?
VIDA. Marina Herlop, compositora y pianista, se granjeó una gran reputación en el circuito experimental barcelonés con su propio proyecto, con el que editó dos discos. En esa andadura aparecía como colaborador Óscar Garrobé, otro reconocido miembro de la escena vanguardista de la Ciudad Condal por su actividad en Ljbliana And The Seawolf, banda difícil de clasificar por sus saltos entre el folk, el rock, la world music y el jazz.
Por tanto, no resulta extraño que, llegado el momento, Marina y Óscar decidieran aunar fuerzas como dúo bajo el nombre de evidentes connotaciones manga Myōboku. Su idea de partida está perfectamente definida: Marina se ocupa de las melodías vocales, muy particulares; y Óscar se encarga de la elaboración y producción de las composiciones. Este reparto de tareas alumbró una fórmula que rompe cualquier esquema y se resume en un sonido que hace arquear la ceja por su rareza (nada impostada).
OBRA. ¿Es posible describir el estilo de Myōboku como art-pop? Sí, que a su vez se expande hacia el funk mutante, la psicodelia, el tropicalismo deconstruido, el avant-garde, el afrobeat, el folk, la electrónica, el jazz y el R&B. De entrada, parece muy complicado que el dúo barcelonés sea capaz de combinar todos esos ingredientes en lo que ellos mismos denominan ‘post-pop neogregoriano’, concepto con el que rizan el rizo de las etiquetas. Aunque su primer single, “Cosaguapa”, demuestra la extrema habilidad de Marina y Óscar para conseguir que esa mezcla no se corte mediante loops de voz, un ritmo dislocado y un desarrollo imprevisible.
Un hecho que se constata en su EP de debut, “Myōboku” (Foehn, 2020), sustentado en estructuras cambiantes que buscan la estimulación y la alteración sensorial en una especie de dadaísmo sonoro que sólo se rebaja en “Likitung”, el corte teóricamente más convencional del lote… según la perspectiva tan peculiar de Myōboku. La sensación que queda tras escuchar el EP es que Marina y Óscar funcionan como una extraña unión entre Tune-Yards y alt-J cuya audaz visión creativa los erige en una célula absolutamente original. [Más información en el Facebook de Myōboku]
VANCOUVER UNDERCOVER
¿Siguen activos Vancouver Undercover? ¿Están en un parón indefinido? Lo que han publicado es tan bueno que esperamos saber de ellos pronto.
VIDA. Después de ver a Radiohead en un concierto del Primavera Sound, Mirentxu Palomar (voz y guitarra), Albert Muñoz (guitarra y coros) y Ricard Gaspar (teclados) decidieron fundar su propio grupo tras pasar por diversos proyectos. Entre ellos, un combo de jazz del conservatorio barcelonés de Bellaterra, donde se formaron musicalmente. De ahí provienen justamente las raíces sonoras de Vancouver Undercover, practicantes de un rock alternativo experimental y poliédrico que roza el art-rock y la psicodelia.
El gran momento de Vancouver Undercover llegó en la edición 2018 del certamen Bala Perduda, participación que les permitió hacerse un hueco en el circuito independiente local. Y eso que aquella había sido su primera actuación en directo como banda, cuya alineación tampoco estaba consolidada más allá de su núcleo duro, al pasar por ella Álex Ramoneda (bajo), Ana Cruz (bajo) y Pau Gaspar (batería).
OBRA. Vancouver Undercover se habían presentado al Bala Perduda 2018 con solo unas demos reunidas en “Episodio Piloto” (2017), maqueta realizada en la habitación de Mirentxu expresamente para la ocasión. Hasta el siguiente año no aparecería otra nueva composición, “Solo Lizard”, corte de (post)rock lisérgico incluido en el cassette recopilatorio “Monotemas #2” de La Nada Colectiva que anticipó el EP de estreno del grupo, “In A Constant Suspension” (La Nada Colectiva, 2019).
Las coordenadas entre las que se mueve este trabajo van de la electricidad limpia y transparente a los arrebatos incandescentes de alto voltaje, todo ello aderezado con piano y teclados. Con Nil Nadal a la batería (Grushenka, VLIVM), Vancouver Undercover hacen honor al título del EP jugando a su antojo con las formas de sus canciones. Fiel reflejo de esa manera de proceder es “Float Up, Winston Smith”, que arranca insertada en un molde pop que acaba estallando en medio de un rock épico y ardiente que recuerda a Belako
Una vez presentado en vivo “In A Constant Suspension”, a principios de septiembre de 2019 Vancouver Undercover iniciaron un parón de duración indefinida… ¿Retomarán su actividad en algún momento? ¿O su plan se quedó en flor de un EP? [Más información en el Facebook de Vancouver Undercover]
VIAJE A SIDNEY
¿Una banda que obliga a hablar tanto de Juan y Junior como de Lori Meyers? Pues claro que sí. Y suenan tan bien como Viaje a Sidney.
VIDA. Alborotador Gomasio, Capitán Sunrise, Nada Personal o El Pardo. Estas son las bandas de las que procedían Carlos y Koldo (voces y guitarras), Juanpe (bajo) y Fran (batería) cuando decidieron unirse en Madrid en 2018 aprovechando un paréntesis con sus grupos para reencontrarse, componer y tocar otra vez juntos. Lo fácil sería decir que Viaje a Sidney amalgama los sonidos definitorios de las bandas de origen de cada uno de sus miembros, pero se difuminaría la verdadera personalidad musical del cuarteto.
Su rasgo más singular se fundamenta en la combinación de las voces de Carlos y Koldo, empastadas e intercaladas según los cánones de Juan y Junior y otras referencias españolas de los 60 y reforzadas por unos coros que confirman que por las venas de Viaje a Sidney corre sangre puramente pop. De este modo, los ingredientes primordiales de sus canciones son las armonías brillantemente construidas, las melodías adhesivas, las guitarras con huellas alternativas y clásicas (tanto de aquí como del entorno anglosajón) y los estribillos certeros. El producto resultante de ese cóctel es un indie-pop centelleante que, por momentos, recuerda a los Lori Meyers primerizos.
OBRA. Siempre bajo la producción de Carlos Hernández, Viaje a Sidney han ido cimentando su aún breve trayectoria sencillo a sencillo. El de debut emergió en 2019, “Ley de Sombras”, luminoso, brioso rítmicamente y con reminiscencias del pop ochentero español (por ejemplo, Duncan Dhu). Aquel mismo año, en “Piezas de Montar” el regusto agridulce de sus versos de desamor se compensaba con su acierto melódico. Y, ya en 2020, aparecieron “Huesos Secos”, canción que sigue los renglones establecidos por los dos temas anteriores; y “Después del Incendio”, máxima expresión del sonido y estilo de Viaje a Sidney.
Eso sí, realmente la primera canción de la historia de la banda madrileña es “Flores en el Recuerdo”, aunque todavía no ha sido grabada en el estudio. Quizá se registre en el momento en que Viaje a Sidney decidan embarcarse en el viaje no a la ciudad australiana, sino hacia su estreno en largo. [Más información en el Facebook de Viaje a Sidney]