Partiendo de la base de que cada banda es un mundo, resultaría interesante intentar subdividir y organizar todo el panorama musical que nos rodea en función de las trayectorias que las distintas agrupaciones han seguido hasta su situación actual en la industria. De esta manera, podríamos tener a los típicos one hit wonder, o bien a esas bandas que necesitan dar unos cuantos pasos antes de encontrar su particular sonido, o por qué no, a aquellas que se encuentran en una reconocida cuesta abajo en su carrera. Otro grupo, más pequeño, selecto y cuyo destino vive como ninguno ligado a los gustos del caprichoso público, es el de las bandas que van construyendo su carrera lentamente y bajo sólidos cimientos, en forma de calculadas entregas discográficas que van recibiendo paulatinamente la aprobación general de tanto prensa como público. Sirvan como (seguramente discutibles) ejemplos The Walkmen, Woods o, quizás desde este segundo trabajo, los hoy aquí presentes Local Natives.
Pero pongámonos en situación: un cuarteto proveniente de Silver Lake, a saber el Williamsburg de Los Ángeles, que factura en 2010 “Gorilla Manor” (Infectous, 2010), un trabajo más que notable que alcanza cierta repercusión en Estados Unidos, ganándoles comparaciones con los norteños Fleet Foxes, con los más norteños Arcade Fire o con los neoyorkinos Grizzly Bear, siendo esta última la banda con la que seguramente más similitudes comparten los angelinos. Y es que a Local Natives se les veía venir, porque con este primer trabajo dejaron claro que no sólo tenían la capacidad de moverse en el circuito más folk digno de los ya mencionados Fleet Foxes, sino que además se les adivinaba cierta tendencia (especialmente por el trabajo a la batería de Frazier) hacia paisajes más épicos y guitarreros.
No conviene colgarse la medalla con tanto descaro, pues no fue hasta que descubrimos el primer corte de su nuevo “Hummingbird” (French Kiss, 2013) que nos dimos cuenta del verdadero potencial que aquellos cuatro chavales de la costa oeste podrían destapar con su segundo álbum. Efectivamente, “Breakers” dejaba al descubierto esta segunda vertiente, la más rock y (por qué no decirlo) entretenida del cuarteto: un estribillo de manual solapado por unas cuerdas ganadoras heredadas de los momentos más acertados de su debut. En definitiva, un temazo que afortunadamente, encuentra acompañamiento en este segundo larga duración. Porque si bien es cierto que “Hummingbird” hace gala en algunos cortes de ese deje más folkie y reposado (especialmente en su primera parte), en la segunda mitad Rice y los suyos se pasan a ese juego de guitarras y percusión tan característico de la costa este americana, ese que rápidamente puede hacernos pensar en agrupaciones como The National o Grizzly Bear; y ahí están “Black Balloons“, “Wooly Mammoth“, “Mt Washington” o “Bowery” para corroborarlo. Una auténtica gozada.
Y es que, sinceramente, tiene que molar mucho entrar en un estudio que tú mismo has construído (¡al loro!) y tener la capacidad de, aparentemente y sin mayor dificultad, salir con un conjunto de canciones que se mueven no únicamente en las coordenadas de un género, sino que claramente pueden crecer en el oído del oyente hacia otras vertientes, convirtiendo la experiencia en un viaje mucho más entretenido y heterogéneo. Algo así como la sensación que provoca la escucha de este “Hummingbird” de unos Local Natives que ya pueden tomarse un respiro, pues pueden afirmar que han superado sin dificultades el escollo de su notable primer trabajo.