CAROLINA DURANTE
“Ser feliz es aburrido” debería ser el nuevo mantra de todo el mundo… Eso sí, habrá que dejar bien clarito quiénes son los autores de tan maravilloso leit motif: la banda Carolina Durante.
VIDA. El terreno sobre el que se asienta el underground musical madrileño posee tal nivel de fertilidad que no dejan de crecer en él grupos como setas. Por eso no se debería hablar de que en la capital ha germinado una escena, ya que esa situación se viene dando desde hace lustros sin descanso. El último ejemplo de esta copiosa cosecha es Carolina Durante, banda formada por Diego (voz), Mario (guitarra), Martín (bajo) y Juan (batería), cuya todavía breve trayectoria ha transcurrido a toda velocidad y con una pujanza que se conecta con la energía de su punk-noise-pop de aires ochenteros.
Aupados por ese ímpetu, no pasaron demasiados meses desde su primer concierto hasta su fichaje por el sello Sonido Muchacho como firmes promesas del panorama independiente no sólo de la capital, sino también de España. Había varias razones para creer en las posibilidades de Carolina Durante: el arrojo, la tensión, la acidez y la honestidad de un grupo joven con mucho que ofrecer y demostrar gracias a un ramillete de canciones vigorosas y rellenas de mensajes corrientes y directos con los que resulta fácil identificarse.
OBRA. Carolina Durante sólo necesitaron un par de temas para que su nombre corriera de boca en boca como la pólvora. El primero de ellos fue su demo de presentación, “Necromántico”, que esbozaba las coordenadas sonoras del trío y exhibía su puntería lírica (ojo a su sentencia final: “Ser feliz es aburrido”), prolongada en “La Noche de los Muertos Vivientes”, otro pepinazo eléctrico que relata los avatares y las consecuencias de una salida nocturna en Madrid y que, a la vez, funcionó como adelanto de su EP de debut, “Necromántico” (Sonido Muchacho, 2017).
Producido por Bernardo Calvo y masterizado por Carlos Hernández, vio la luz justo antes de que finalizara el 2017 y en él se incluyen también su primera canción convenientemente remozada y “En Verano, Ornitofilia”, una especie de resignada y romántica adaptación 3.0 de The Refrescos. Esta es la chispa que ha encendido la mecha de Carolina Durante, lista para incendiar el rock madrileño y convertir al grupo en digno continuador del linaje de bandas capitalinas como Los Nikis, Los Punsetes o Tigres Leones a base de himnos que persiguen la autenticidad en medio de los fuegos artificiales de la modernidad. [Jose A. Martínez] [Más en el Facebook de Carolina Durante]
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COR BLANC
Vale, sí, lo admitimos: Cor Blanc son mucho más conocidos que el resto de bandas en este artículo… Pero, oye, es que su ascensión ha sido a la velocidad de la luz.
VIDA. La verdad es que Cor Blanc tienen un poco más de recorrido en comparación con los grupos que solemos incluir en esta sección. Pero no es culpa nuestra si el dúo formado por Mireia Bernat y Sergi Serra sube más rápido que la espuma. Publicaron su primera referencia (aunque ya habían lanzado algún que otro EP en 2016) con Luup Records en agosto. Yo, por mi parte, les descubrí en octubre cuando les confirmaron para el Primavera Club. Y entonces te despistas un momento y ya han publicado su primer largo oficial, han tocado en Madrid, han salido en El País… A este ritmo, o hablamos de ellos ahora o directamente cuando estén tocando en, yo qué sé, Glastonbury.
OBRA. Cor Blanc construyen su pequeño y delicado universo a golpe de sintes y samples de frases de películas, de patrones rítmicos a lo Casiotone For The Painfully Alone y líneas de guitarras dreampop (aunque también hay hueco para temas donde suben un poco las revoluciones, como “Your Tears” o “Alice”, hit absoluto). La voz de Mireia, que siempre suena metálica y autotuneada, es todo un acierto, pues permite al grupo evitar caer en una atmósfera demasiado pastelosa. Al escucharlos tienes la sensación de estar colándote en la habitación de alguien, pero en una en la que hasta el último rincón está recubierto de aluminio. [Patri di Filippo] [Más información en el Facebook de Cor Blanc]
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FAVX
Punk, grunge, noise, post-hardcore, post-punk, stoner rock… Las coordenadas en las que operan FAVX están bien claritas. Ahora bien, nada te advierte de la ostia que te van a dar en directo.
VIDA. Es probable que los exploradores más curtidos del subsuelo del rock alternativo patrio que buscan nuevos tesoros eléctricos y los aficionados a llevar al límite sus cuellos en conciertos convertidos en aquelarres sónicos ya conozcan las aventuras de FAVX. Si cambiásemos la ‘V’ de su nombre por una ‘U’ y buscásemos la palabra en un diccionario de francés, encontraríamos que su significado es, entre otras acepciones, ‘falso’ o ‘artificial’ como adjetivo y ‘guadaña’ como sustantivo. Lo primero, ya lo dejamos claro por adelantado, no tiene nada que ver con esta banda de Madrid compuesta actualmente por Daniel (guitarra y voz), Nico (batería) y Elena (bajo y voz). Lo segundo, a juzgar por cómo se materializa su poderosa mezcla de punk, grunge, noise, post-hardcore, post-punk y stoner rock (aderezada con unas gotitas de pop cuando es necesario), podríamos aplicárselo sin problema.
Queda claro, pues, cuáles son los efectos de la impactante propuesta de un trío que echó a andar allá por el año 2015, aunque en sus inicios todavía era un dúo formado por Nico y Daniel que ni siquiera se había bautizado como FAVX. Luego se incorporaría Marcos como bajista y vocalista y su plan conjunto empezaría a desarrollarse entre chorros de energía, alta tensión y los decibelios a tope hasta desembocar en una suerte de heavy pop (término también usado por los barceloneses Las Ruinas) y rabia millennial -como los mismos FAVX afirmaron en su día- cuya fiereza no se rebajó con la reciente entrada en el grupo de Elena por Marcos.
OBRA. Sencillo a sencillo, FAVX fueron haciendo su camino. Primero llegaría “Born In The 90’s / Soup” (2016), que incluía en su primer corte una referencia a ese sonido noventero que, pese a la juventud de sus componentes, recubre su estilo y que lo emparenta con el post-hardcore-grunge de la época. A continuación, el trío publicaría “Flowers Of The West / Daggerfeel” (2017), el siguiente movimiento hacia el que debería ser el EP de estreno de FAVX. Y este vería la luz a principios de enero de este año: “Welfare” (Miel de Moscas, 2018), aplastante muestrario de la contundencia de la banda pero también de su capacidad para asimilar con fidelidad a la vez que con personalidad las etiquetas sonoras en las que se circunscribe.
En dicho EP reaparecen “Flowers Of The West” y “Born In The 90’s” renovadas para la ocasión y acompañadas de cuatro nuevos temas entre los que destaca “Vanilla”, cuyos armazón rock y pulso pop la elevan a la categoría de hit y la sitúan como resorte que haga botar y romper articulaciones a todos aquellos que asistan a unos directos en los que FAVX se vacían. Así lo demostraron en diversos puntos de España y en Francia y continuarán demostrándolo en citas festivaleras como el Esmorga Fest 2018 de Sarria (Lugo) o, en Estados Unidos, en el SXSW. [Jose A. Martínez] [Más en el Bandcamp de FAVX]
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JUMP TO THE MOON
¿Quién dice que a las nuevas generaciones solo les interesa el trap? La media de edad de Jump to the Moon es 18 años y, mira, es que lo que hacen es indie rock del bueno.
VIDA. Lo que más llama la atención, de entrada, sobre Jump To The Moon es la edad media de sus componentes, que ronda los 18 años. A medio camino entre el instituto y la universidad, Lara, Sergio, Luz, María y Luis están demostrando desde Murcia que la chavalada de hoy en día no sólo escucha obsesivamente trap, electrolatino y R&B prefabricado, sino que hay una parte que aún siente devoción por el (indie)rock y las guitarras eléctricas.
A esta pasión, Jump To The Moon sumaron su habilidad para realizar versiones que iban compartiendo vía YouTube y que les sirvieron para llamar la atención tanto en el mundo virtual como en el real. De hecho, el punto de inflexión (o, más bien, de partida) de la banda se produjo, mientras tocaban en la calle, en un encuentro con Paco Ganga (The Leadings), que no dudó en impulsar su carrera. De este modo comenzaba el cuento de hadas musical del jovencísimo quinteto, constatación de que estas historias no sólo ocurren en la ficción. Jump To The Moon se disponen así a hacer realidad el significado de su nombre: dar un gran salto a la luna… y más allá.
OBRA. Así como la vida musical de Jump To The Moon es todavía muy corta, su bagaje sonoro también es breve. Pero en él sobresalen las que por el momento son sus dos únicas canciones: “2 A.M.”, una urgente pieza que captura la esencia insolente y efervescente del grupo y que, como dictan los tiempos actuales, se hizo viral en la red en cuanto se publicó en el tramo final del pasado año; y la reciente publicada “U MAD”, melliza de la anterior que completa la fulgurante carta de presentación de los murcianos y, a la vez, avanza su ópera prima, “SXTY” (Mushroom Pillow, 2018), producida por el mismo Paco Ganga y mezclada por Carlos Hernández.
Que Jump To The Moon tienen el futuro en sus manos lo demuestra el hecho de que antes de que registraran sus primeras pruebas sonoras ya habían lucido su insolente y ambiciosa juventud en algunos festivales españoles, como en las últimas ediciones del WAM de su Murcia natal o del Sonorama Ribera. Por lo tanto, si quieren saber cómo afrontan Jump To The Moon su brillante porvenir con desparpajo y decisión, basta con que vayan siguiendo sus vivencias a través de su intensa actividad en redes sociales como jóvenes digitales que son. Así se mueve el nuevo rock del siglo 21. [Jose A. Martínez] [Más en el Facebook de Jump To The Moon]
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KIWIS
¿A qué puede sonar una banda que se hace llamar Kiwis? Pues, básicamente, al añorado Dunedin Sound de bandas como The Bats o The Chills… Pero en versión siglo 21.
VIDA. De las cenizas de grupos como La Célula Durmiente, Las Dolores o los fugacísimos Parlament nacen ahora Kiwis. Aunque solo tengan dos canciones colgadas -grabadas este verano con Joan Colomo a los mandos-, es de suponer que en los conciertos que han dado hasta ahora (en el Heliogàbal, en Freedonia con las Rombo, el finde pasado en Hi Jauh!) no se han dedicado a tocarlas en bucle. El caso es que, por cosas del destino, he conseguido perdérnoslos todas y cada una de las veces que han tocado. Pero, bueno, el 9 de marzo estarán con Sierra y Me And The Bees en la BeGood. A ver si esta es la vez en la que consigo romper mi récord de no-asistencia.
OBRA. Las dos canciones que tienen colgadas, “El Far” y “El Camino”, hacen hasta mejor pareja que Kanye West y Kim Kardashian. Ambas tienen este toque un poco C86 y un poco The Bats o The Chills (y un poco todo el Dunedin Sound en general; al fin y al cabo, de algún lado tenía que salir lo de llamarse Kiwis), pero cada una lo lleva por sus propios derroteros.
“El Far” es un Señor Himno: coros que derriten corazones, melodías tarareables y una celebración a esos afters en los que te sientes un ser de luz rodeado de otros seres de luz llenos de amor y energías (“L’última cançò ja s’ha acabat / i així seguim la llum del far / seguim joves i radiants”). En cambio, musicalmente hablando, “El Camino” es todavía más pop si cabe. Tanto, que hasta recuerda a Allo Darlin, algo así como la definición que te da el diccionario cuando buscas el término “pop inocente y moñas”. Pero, pones un poco la oreja, y bajo los preciosos coros de Laura de Doble Pletina, escuchas que te hablan de “senderos que se bifurcan en la oscuridad”, de que “la nieve derretida / se escurre en las ropas de cristal”, de lugares que no son lo que parecen.
Quizás se trate solamente de la vuelta a casa una vez que esa sensación de invencibilidad que se nos cantaba en “El Far” desaparece… Pero mola que, con apenas dos canciones, Kiwis sean capaces de tocar dos maneras tan diferentes de escribir. [Patri di Filippo] [Más en el Facebook de Kiwis]
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PINK FROST
Cinco canciones publicadas en dos años… Pero, qué le vamos a hacer, eso basta para que lo digamos alto y claro: Pink Frost es de lo mejor que hemos escuchado en los últimos meses.
VIDA. Pinkfrost no han tenido demasiado recorrido. En dos años, apenas han publicado cinco canciones, y tampoco parecen haber tocado mucho por ahí. Pero sus integrantes, Ángela Pascual y Jordi Sapena, sí tienen bastante experiencia a sus espaldas. Ella es guitarrista de Soledad Vélez, y él os sonará de haberle visto en Tórtel o La Habitación Roja… Pues de esta extraña unión sale uno de los mejores grupos que he escuchado en los últimos meses. Y ya.
OBRA. A cualquiera con quien haya intercambiado un par de palabras le habré dado la chapa con esto: Family están muy bien pero, en mi tanta moñez, me satura. Son recargados en las letras y recargados en la melodía… Entonces voy y me encuentro con la versión de “En el rascacielos” que tienen Pinkfrost. Y digo: esto es, así sí, así puedo soportar que me hablen de “un caminito de estrellas multicolor”.
También tengo que decir que aquí acaba todo parecido con Family. Y es que el dúo formado por Ángela y Jordi es más bien una especie de Espíritusanto a la valenciana, pero con aún más distorsión, tecladitos y oscuridad (como manda el canon al haber nacido en Valencia). Ays, y es que la voz de ella, que en la mayoría de las canciones se repite casi como un mantra, de verdad que es capaz de transportarte a otros sitios. Gente que monta conciertos, espabilad y traedles, que son una maravilla como pocas. (Sobre “Montemayor”, si no lo digo reviento: ¿a alguien más le recuerda el estribillo al de “Hogareña” de Rusos Blancos?) [Patri di Filippo] [Más en el Facebook de Pink Frost]
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TEEN VALLEY
Lo vamos a decir así, a las bravas y sin lubricante ni nada de eso: Teen Valley suenan directamente a cuando The Pain of Being Pure at Heart todavía eran buenos.
VIDA. Tantas horas empleadas en desarrollar mis habilidades de stalker gracias a otros tantos amores platónicos por fin han servido para algo. Y es que puedo afirmar con casi total seguridad que el chaval tras Teen Valley, que la semana pasada subió sus primeras canciones a Bandcamp, es ni más ni menos que Manuel, guitarra y voces de Terry vs. Tori. Más que nada porque coinciden la ciudad y el rollo, porque en su canal de YouTube hay una versión de Terry vs. Tori firmada como Tori vs. Terry y, sorpresón este, también porque ambos se apellidan Jiménez Vélez. Ah, y porque nos lo confirmaron ellos vía Tuiter.
OBRA. Qué gustazo encontrar algo que suena a The Pains Of Being Pure At Heart cuando aún eran buenos, es decir desde “Belong” (Slumberland Record, 2011) incluido hacia atrás. Esto significa planchazos directos en los que una voz dulce se carga bien de distorsión, reverb y guitarras poperas. Ah, y como manda la regla de oro del pop, se trata de canciones que no exceden los tres minutos. Música que hace que quieras volver a sentir ese amor fugaz y despreocupado de cuando eras adolescente.
Si tuviese que ponerle una pega, personalmente, creo que las letras tienen un toque demasiado teen para mis gustos. Por ejemplo, eso de “If you say I’m free / I will fly overseas” en “Chicago’s Most Eligible Bachelorette”; o lo de “Your lips tasted so good / It’s true / I really wanted you” en “Menthol Cigs”. Peeeeeeeero también tengo que ser justa y decir que, llamándose la vaina Teen Valley, tampoco sé qué esperaba. [Patri di Filippo] [Más en el Facebook de Teen Valley]
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TERRY vs. TORI
La cosa está clarísima: no nos extrañaría para nada que tarde o temprano los sevillanos Terry vs. Tori acabaran publicando en Captured Tracks… Ese es el nivelón de lo que hacen.
VIDA. El sonido nebuloso y granulado de Terry vs. Tori nos empujaría a pensar que su lugar de origen se encuentra en algún punto suspendido en el éter y en el que no existen límites físicos. Pero, como hay que poner los pies a la tierra, debemos decir que Erica Pender (voz y guitarra), Manuel Jiménez (guitarra), Jose Prieto (bajo) y Pablo González (batería) proceden de Sevilla y su historia comenzó en 2016, cuando Erica y Manuel se juntaron para grabar algunas composiciones del segundo. Luego se uniría a ellos Jose, poco antes de empezar a dar forma a su primer EP. En agosto pasado, Pablo entró en el proyecto y completó la alineación oficial de Terry vs. Tori.
Así se fue creando la estructura básica de su pop ensoñador y bifurcado hacia el jangle-pop y el shoegaze más dulce que se balancean entre la placidez, la melancolía y el dinamismo rítmico, ingredientes propios de los grupos británicos que durante los 80 y 90 dieron lustre a esos géneros. Piensen, por ejemplo, en el arco nominal que va de Lush a The Sundays. Por eso no nos extrañaría nada que una discográfica como Captured Tracks se fijase algún día en Terry vs. Tory para introducirlos en su roster, sobre todo teniendo en cuenta que los sevillanos ya han dado el salto a Estados Unidos…
OBRA. Al otro lado del Atlántico, el sello de Los Angeles Spirit Goth editó su segundo EP, “Leap Day” (Spirit Goth, 2017), que culminaba en mayo del año pasado un recorrido artístico jalonado por el anterior sencillo “Wapebearer” -preciosa joya indie-pop de acordes cristalinos y tono nostálgico que, además de sus raíces británicas, destapaba la influencias de bandas suecas del ramo como Club 8– y el EP homónimo de estreno “Terry vs. Tori” (Discos FUP, 2016), con el que el grupo comenzaría a definir las líneas maestras de su sugerente estilo.
Sus pasos más recientes, dados entre los estertores del 2017 y los albores del 2018, los han llevado a entregar otro single, el evocador “Parallel Lines”, y una briosa a la par que aterciopelada relectura de “Love Galore” de SZA -ambas grabadas por Cristina Bohórquez (Blacanova, Escuelas Pías), quien también ejerció como teclista-, adaptación que refleja su apertura de miras más allá del dream-pop que tan hábilmente manejan. Por todo lo expuesto y su progresiva ascensión, Terry vs. Tori ha sido elegidos como una de las bandas que representarán a la música alternativa española en la próxima edición del festival SXSW de Austin. [Jose A. Martínez] [Más en el Bandcamp de Terry vs. Tori]
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