“Te Encontraré” se ha convertido en uno de los libros imprescindibles del #metoo… Por eso y por mucho más, hay que entrevistar a Joanna Connors.
El cine y la literatura como búsqueda, como “work in progress”. Nos hemos aficionado a todas esas narraciones documentales (escritas o visuales) en las que acompañamos al documentalista en un viaje externo que acaba siendo su propio viaje: empezar estudiando el dopaje en el deporte yanki, por ejemplo, y acabar metido hasta las trancas en una trama de mafia rusa. Eso es lo que nos gusta. Y, sin embargo, sería un verdadero error considerar que “Te Encontraré”, el libro de Joanna Connors publicado en nuestro país por la editorial errata naturae, se puede encajonar dentro de esta tendencia. O, por lo menos, dentro del cajón de las producciones que buscan el retruécano final para impactar sobre el lector / espectador.
El punto de partida al que recurre Connors podría justificar este error de percepción: “Te Encontraré” documenta el proceso de búsqueda del hombre que la violó veinte años atrás. Más espectacular todavía: “te encontraré” son las palabras que Joanna escribe al principio del libro y que actúan de faro guía en su búsqueda, pero también resulta que “te encontraré” es la amenaza pronunciada en el juzgado por el mismo David Francis, su violador, justo después de que se dictara en su contra la sentencia condenatoria que debía llevarle a la cárcel, donde acabaría muriendo.
Es precisamente esa muerte en prisión la que, de alguna forma u otra, frustra todo retruécano final en esta historia: lo primero que descubre Joanna Connors cuando arranca la búsqueda de su violador es que David Francis ya está muerto. Hace años que está muerto. Y, sin embargo, en vez de castrar la búsqueda, este escollo le da alas, la hace más poderosa y le confiere una relevancia superior porque, al fin y al cabo, con el violador muerto, ya no hay una búsqueda de David Francis que valga: lo que hay es una búsqueda de la propia Joanna.
Eso es lo primero de lo que quiero hablar con la escritora y, sin embargo, una vez descuelga su teléfono desde Cleveland, nos pasamos más de cinco minutos charlando de otras cosas antes de entrar en materia. Joanna tiene una voz cálida, esa voz que se les queda a las madres cuando te haces mayor y te has ido de casa y ya solo hay amor en su garganta, ni rastro de las riñas y los cabreos monumentales. Habla de forma pausada, se toma su tiempo para responder cuando lo necesita y, sin embargo, desde el minuto cero, sabe cómo tender lazos de empatía para convertir la conversación en algo que no trate en exclusiva sobre ella, sino que me incluya de alguna forma u otra.
Hay una cosa que no he dicho todavía sobre Joanna Connors: es periodista. Algunos de los pasajes más gloriosos de “Te Encontraré”, de hecho, reflexionan sobre este oficio y sobre la falta de moral que siempre comporta (es decir: “no te conozco de nada, pero ¿qué tal si respondes todas estas preguntas íntimas que traigo para ti?”). La escritora también reflexiona sobre cómo, en el caso concreto de su libro, es ella misma, la periodista, quien exhibe su historia: “Necesitaba darle un sentido a mi violación. Doy sentido a las cosas a través de la escritura. Cuando era crítica de cine, descubría lo que pensaba sobre una película a lo largo del proceso de escritura. Con el paso de los años, eso fue lo que intenté con la violación”, escribe en su ensayo.
Así que, cuando por fin entramos en materia, le pregunto sobre el proceso de creación de “Te Encontraré”, que primero fue un artículo para el diario The Plain Dealer de Cleveland y que finalmente acabó ampliándose hasta alcanzar la magnitud de un ensayo: “El artículo original se publicó hace ya algunos años, mucho antes del #metoo y antes de que muchas mujeres y algunos hombres empezaran a hablar de forma generalizada sobre sus experiencias de violación. Aun así, el artículo recibió mucho interés: tuvo cobertura nacional, me hicieron bastantes entrevistas, fui a muchos programas, me hicieron reseñas en blogs literarios… Todo esto hizo que un agente literario me llamara, y yo pensé: si un agente literario piensa que esto puede ser un libro, voy a intentar convertirlo en un libro. Me llevó un tiempo ponerme con el proyecto, porque mi vida estaba un poco patas arriba: mi madre estaba enferma y yo era la única que podía cuidarla, tenía hijos a los que atender… Pero finalmente me puse a trabajar, y una editorial mostró interés. Así que al final todo encajó”.
Joanna saca a colación el #metoo antes de que yo pueda hacerlo. Pero, tal y como ella misma ha indicado, “Te Encontraré” fue publicado originalmente antes del #metoo, así que le propongo dejar el hashtag en hiato y centrarnos por ahora en el corazón del libro: su violación.
“NECESITABA DARLE UN SENTIDO A MI VIOLACIÓN”. Eso es precisamente lo que escribe Connors en “Te Encontraré”: “Necesitaba darle un sentido a mi violación. Doy sentido a las cosas a través de la escritura. Cuando era crítica de cine, descubría lo que pensaba sobre una película a lo largo del proceso de escritura. Con el paso de los años, eso fue lo que intenté con la violación”. El libro no aborda una búsqueda de David Francis, sino que verbaliza en voz alta la búsqueda de la propia Joanna Connors, que intenta conocerse a sí misma, aceptar los estragos que la agresión ha causado en su vida (y que ha negado durante veinte años) y, sobre todo, hacer todo lo dicho humanizando a su propio agresor, sacándolo del cliché de “joven negro violador de chica blanca” y admitiendo que fue una persona humana, con todos los pliegues y complejidades que su familia y conocidos van desplegando ante sus ojos a medida que va entrevistándolos.
Lo primero, tanto en el proceso de búsqueda como en el libro, es poner las cartas sobre la mesa y dedicar todo un capítulo a describir pormenorizadamente cómo fue la violación y cómo se sintió Joanna en cada momento. Sorprende que, al fin y al cabo, esta descripción no sea como nada que hayas visto en películas o hayas leído en libros de ficción… Y ahí reside, precisamente, el por qué de esta frontalidad descriptiva: “La idea de los occidentales de qué es una violación viene exclusivamente del entretenimiento, precisamente porque las mujeres se ha mostrado renuentes a la hora de hablar de ello. La vergüenza experimentada por las víctimas les conduce al silencio. Como crítica cinematográfica, no te creerías la cantidad de violaciones de película que tuve que ver. Pero, precisamente porque me encontraba en estado de negación, nunca comenté nada al respecto. Cuando estaba escribiendo el libro, sin embargo, me dije: he visto muchas violaciones en televisión y cine, y ninguna me pareció verídica. Siempre me pareció que estaban enfocadas más bien a excitar al espectador, así que nunca eran reales. Es por eso por lo que incluí todo un capítulo describiendo mi violación, aunque sabía que sería incómodo de leer para el lector”.
Y, tan importante como plasmar de forma verídica qué es una violación, resulta ser en “Te Encontré” la asunción de las secuelas de este tipo de agresión: “Uno de los comentarios más comunes de las lectoras que también han sido víctimas es: me ha hecho sentir que no soy la única que se siente así después de una violación. Esto es algo que hacen muchos terapeutas: asegurarle al paciente que mucha gente reacciona igual, que no está solo. Tú llegas pensando que estás loco y que hay algo dentro de ti que no funciona, y el terapeuta te tranquiliza, te dice que no estás loco, sino que tienes algo que es normal y que se puede trabajar. Pienso en cómo vivimos a día de hoy, en este mundo de Facebook en el que la vida de todos los demás parece tan genial, y cómo eso puede llevar a una víctima de violación a pensar que todo el mundo tiene una vida maravillosa menos ella. Así que siempre está bien que haya gente que exponga su vulnerabilidad, porque eso hará que otra gente se sienta menos sola”.
En este capítulo en concreto, Connors explica que, durante la violación, su conciencia se separa de su cuerpo y se aleja de él, flotando arriba en el espacio. Es una disociación típica en este tipo de traumas: una herramienta mediante la que tu mente se aleja de lo que está ocurriendo para que cause menos daño. En cierto momento de la entrevista, le comento a Joanna que, leyendo cómo durante veinte años hizo como si nada hubiera ocurrido y se negó a admitir el daño que estaba causando en su entorno, me da la impresión de que esa disociación, ese mantener la conciencia alejada de su propio cuerpo, no duró solo durante la violación… sino durante toda esa parte de su vida antes de proponerse encontrar a David Francis.
Ella me responde que me va a robar la apreciación, se ríe, y entonces aprovecho para preguntarle si, visto lo visto, cambiaría algo de todo lo vivido. ¿No cambiaría esos veinte años de silencio a espaldas de su propio trauma? “Hace poco, una periodista muy joven me preguntó si cambiaría algo. ¿Volvería a escribir el libro? Sí, lo volvería a escribir. Lo que más dolor me producía mientras escribía era sentir que no había estado presente en la vida de mis hijos. Y, aunque ellos son mayores ahora y dicen que no tienen la sensación de haberse perdido nada, cuando yo miro hacia atrás, sí que tengo la sensación de haberme perdido muchas cosas de sus vidas. Si lo pienso demasiado, me pongo a llorar. Aunque tengo dos hijos maravilloso, no pude disfrutarlos al cien por cien”, zanja Joanna.
“NO FUE CULPA TUYA”. “No fue culpa tuya, incluso si hubieses estado borracha, incluso si hubieses llevado un vestido corto, incluso si hubieses ido sola por la noche, incluso si hubieses tenido una cita con el violador y más o menos te gustara, pero no hubieses querido acostarte con él.” Este es el consejo que Joanna Connors se brinda a sí misma en cierto momento de “Te Encontraré”, sabiendo que es un consejo que puede llegar a cambiarle la vida a muchas de sus lectoras.
Más todavía si situamos ese consejo en los tiempos del #metoo. Porque, aunque intenté esquivar el tema al arrancar nuestra entrevista, al final acabamos recalando en el inevitable hashtag: “Me encantaría pensar que fui una especie de pionera para el movimiento #metoo… Pero no estoy demasiado segura de que fuera así. Al fin y al cabo, abarca mucho más allá de mi caso: hay muchas mujeres que han sido agredidas sexualmente, pero también hay otras que han sido molestadas, otras han sido intimidadas, a otras les han tratado mal en el trabajo por rechazar proposiciones. En todos los casos hay una cosa en común: la vergüenza que sienten las víctimas y cómo estas se acaban sintiendo culpables de lo que les ha ocurrido. Me pone triste, pero no me sorprende pensar que en un mundo controlado por hombres, las mujeres opten por cargar con las culpas cuando algo así ocurre”.
Y, pese a la visión algo pesimista de Joanna, el #metoo es una grieta por la que se filtra y se debe filtrar la esperanza. Si su vida ha cambiado gracias a hablar en voz alta, otras vidas pueden cambiar haciendo lo mismo: “Mi vida ha cambiado de diferentes formas desde que se publicó el libro. Ahora me siento más conectada con otras mujeres y, además, me siento muy empoderada al respecto de lo que me ocurrió: lo hablo abiertamente, lo comparto con otras mujeres. Ayuda que ahora exista un movimiento social que haga posible que este tipo de temas dejen de ser un secreto para muchas personas. Sentir que mi libro y yo hemos sido una pequeña parte de ese movimiento me hace sentir bien… Pero, y esto es algo ligado al estrés post-traumático, también he aprendido que uno nunca supera un trauma: aprendes a vivir con él, a tratar con él. A veces es mejor, y otras peor. A veces estoy bien, y otras tengo ataques de pánico. A veces estoy muy asustada, y otras no. Pero el trauma es parte de quién eres, y tienes que aceptar quién eres”.
Una cosa va de la mano de la otra: hablar en voz alta y con valentía implica haber asumido el trauma, pero también aceptar las consecuencias que comporta hablar en voz alta y con valentía en una sociedad como la nuestra. Por eso mismo, le pregunto a Joanna cómo fueron las reacciones que levantó la publicación de “Te Encontraré”: “Una vez has escrito el libro y ya está ahí fuera, en el mundo, te sientes inmediatamente desconectada de él. La gente lo experimenta mientras tú no estás presente para ver cómo lo experimentan. Igualmente, también es cierto que preferí no hacer muchas lecturas ni charlas, así que poco a poco tuve que acostumbrarme a estar delante de quince personas o más y hablar de mi y de mi libro. Fue duro. Al principio pensaba que me echaría a llorar, pero poco a poco se fue haciendo cada vez más fácil. Y, al final, descubrí que una de las formas en las que los médicos consiguen que los solados con estrés post-traumático lo superen es precisamente obligándoles a revivir el trauma una y otra vez. Fue bastante interesante: hice esta misma terapia mientras hacía la promo del libro”.
Al llegar al final de la entrevista, tras más de una hora al teléfono, siento que entre Joanna y yo ya se ha establecido una corriente de intimidad lo suficientemente profunda como para soportar lo que en mi lista de cuestiones a tratar he marcado como “hacer esta pregunta solo si hay buen rollo”. Es una pregunta que nace de un pasaje de “Te Encontraré” que dice lo siguiente: “Todo lo que sé es que los muertos sobreviven a través de quiénes los recuerdas. Vuelven a la vida cuando pensamos en ellos. Había mantenido vivo a David Francis todo este tiempo”. Más adelante en el libro, la propia escritora se da cuenta que solo dos personas recuerdan a Francis: una hermana del agresor y ella misma. Son las únicas que le han mantenido vivo después de muerto.
Así que pregunto: ¿cómo te hace sentir el hecho de que este libro, como hacen todos los libros, vaya a mantener vivo a David Francis durante mucho (¡muchísimo!) tiempo más? El silencio que ya he detectado antes en nuestra conversación como el alto en el camino para que Joanna reflexione se alarga más de lo habitual. Dudo al respecto de añadir algo. Espero. Ella regresa al diálogo diciéndome que es una muy buena pregunta. Y que nunca se lo había planteado: “Soy amiga de una de las hermanas de David Francis que vive aquí, en Cleveland, y ella no quiere pensar en su propio hermano. Ambas tuvimos experiencias similares que intentaron victimizarnos. En Estados Unidos, los blancos no quieren saber cómo viven los otros Estados Unidos negros… Y yo sí que lo sé. Es una falacia, una mentira pensar que alguien como David Francis podría haber hecho algo con su vida. Si, claro, ese tipo de casos es como un unicornio que solo existe para muy poca gente. Pero la mayor parte de esa comunidad nunca puede acceder al tipo de vida que tiene la América blanca. Y si mi libro consigue que la América blanca se más consciente de esto, por lo menos habré conseguido algo bueno”.
Dicho de otra forma: el dolor causado por el hecho de haber inmortalizado a David Francis en “Te Encontraré” solo se ve mitigado y compensado por el pensamiento de que detrás de esta inmortalización habrá una buena consecuencia. Y la verdad es que no habrá solo una buena consecuencia: habrá muchas. O debería haberlas. Esto solo es el principio. [Más informacion en el Twitter de Joanna Connors y en la web de errata naturae]