La verdad, no sé qué es más jodido, que todo el mundo espere como agua de mayo que lances tu primer disco para que este se convierta en el epítome de un género musical en boga y que al final resulte que la cosa se quede en bluff; o que, por el contrario, tengas entre tus manos un discarral tremendo que sabes que podría ser el epítome de ese mismo género nuevo y que, a la vez, seas consciente de que a nadie le va a importar un fóquin pimiento porque, mientras tú estabas ahí picando piedra, todos los ojos estaban puestos en aquella otra banda que al final fue un bluff tremendo.
Pero, bueno, que mejor dejo de marear la perdiz y mostrarme tan misterioso y le pongo nombres propios a este primer párrafo, ¿verdad? Allá vamos: el primer caso es, evidentemente, el de AlunaGeorge; y el segundo es, no tan evidentemente, el de Made in Heights. Y si digo que este segundo caso no es tan evidente es precisamente porque el dúo lanzó su disco “Without My Enemy What Would I Do” (Heights, 2015) hace ya unos meses y no le ha prestado atención ni el tato. Si buscas en los principales medios extranjeros, verás que casi ninguno de ellos se ha dignado a reseñarlo. Ahora bien, los que lo han reseñado, lo han hecho siempre endilgándole notas de pura excelencia.
Si recurrimos a una creencia popular que dice que un disco es tan bueno como el número de hits que contiene, con “Without My Enemy What Would I Do” la cosa es desbordante.
¿Volvemos a encontrarnos ante un caso de borreguismo generalizado? ¿Si no sale en Pitchfork no existe? Es una pena, pero así es. Porque, al fin y al cabo, es innegable que “Without My Enemy What Would I Do” toca muchas de las teclas del nu-r&b más cercano a los future beats yankis y que, sobre todo, lo hace con de una forma sublime a la que pocos “competidores” pueden y podrán acercarse. Made in Heights cogen el ADN profundamente pop de AlunaGeorge y lo llevan por otros derroteros: tan pronto le añaden unas rúbricas de hip-pop suavecito por aquí como que heredan la abstracción de los future beats más abiertos de mente… El resultado de tal mezcla es sorprendente y original, una especie de criatura mutante que va transformando su cuerpo de canción a canción pero conservando la suficiente esencia para que sepas que se trata de la misma entidad.
De hecho, si recurrimos a una creencia popular que dice que un disco es tan bueno como el número de hits que contiene, con “Without My Enemy What Would I Do” la cosa es desbordante. Es este un álbum en el que no sobra ni molesta ni una canción y en el que, sobre todo, brillan con fulgor furioso canciones de la talla de “Death” (con esa apertura que sienta las bases emocionales de lo que está por venir: melancolía, tristeza que quiere dejar de serlo por la vía del baile…), “Ghosts” (¿no debería esta canción abrirles el cielo de la masividad?), “Panther” (la balada pluscuamperfecta para el siglo 21), “Slow Burn” (el que es, básicamente, el single que todos estamos esperando de AlunaGeorge), “Cry” (una muestra de poderío a la hora de utilizar elementos extra-musicales para incorporarlos a la canción), “Murakami” (donde la rítmica se ralentiza con golpes de efecto de dulce teatralidad) o “Drexler” (un cierre de altura que te deja con el corazón elevado y con ganas de más).
De verdad, vosotros seguid esperando el segundo disco de AlunaGeorge, que aquí me quedo yo a lo Gollum con este disco en las manos, arqueado sobre él y murmurando “mi tesoro”.