Funky Eatery nos invitó a probar los nuevos platos de su carta… y lo que nos encontramos fue una explosión de sabores que hace volar la imaginación hacia Turquía.
Podría intentar escribir este artículo desde la objetividad y el rigor periodísticos, pero… ¿a quién voy a mentir? Hace tiempo que he dejado de confiar en la objetividad y el rigor periodísticos y, de hecho, incluso como lector, prefiero que quien escribe me hable desde su subjetividad, su gusto personal, su obsesión. Es precisamente desde ahí desde donde tengo que admitir que soy FAN de Funky Eatery. Y cuando digo fan, quiero decir FAN. Así en mayúsculas.
Fan al nivel de que, siempre que algún amigo guiri acaba visitando la ciudad de Barcelona, le obligo a hacer una parada (junto a mí, obvio) en este restaurante situado en el número 61 de la calle Bailén. Justo en uno de los nuevos ejes verdes que hacen los paseos mucho más placenteros y aventureros. Y obligo a una parada en el Funky Eatery porque su carta es una celebración harmoniosa en la que se funden diferentes sabores y gastronomías del mediterráneo, claro. Pero también porque el espacio no podría ser más acogedor.
Si lo visitas durante el día, encuentras un verdadero hervidero de gente gozando de la comida a cualquier hora, a poder ser bajo el solecito de la terraza exterior. Y si lo visitas de noche, mucho mejor… De hecho, muchas son las personas que creen que Funky Eatery está cerrado por la noche, lo que resulta ser un error garrafal. Porque no solo está abierto, sino que el mood del lugar se transforma por completo y, lo que durante el día es color y vivacidad, por la noche pasa a ser intimidad y elegancia con las luces a medio gas y con una verdadera sinfonía de olores saliendo de la cocina.
Dicho todo esto, es fácil entender por qué soy incapaz de abordar la nueva carta de Funky Eatery desde la objetividad y el rigor periodístico. Y por qué aterricé en la presentación de los nuevos platos de la carta (que estarán disponibles a partir del mes de abril) con una mentalidad disfrutona y un profundo ánimo para la gozonería. Lo que me encontré fue que a los clásicos del restaurante se van a sumar todo un conjunto de nuevas recetas que te hablan de tú a tú con un marcado y delicioso acento turco.
Y es que la chef Dila Karpat ha trabajado con ahínco para darle la vuelta completamente a recetas tan tradicionales como la del lahmacun, la popular pizza de Turquía que seguro que has probado alguna que otra vez… pero nunca como en Funky Eatery, donde los sabores se potencian con un buen chorretón de limón que tú mismo exprimes sobre el plato.
La gastronomía turca se sublima también en preparaciones como los manti rellenos de berenjena y boniato asado (acompañados por una sorprendente -y adictiva- salsa de yogur, aceite verde y mantequilla caramelizada con pimiento turco, sumac y jengibre encurtido), el cordero sish marinado con salsa de berenjena ‘begandi‘ (recomendación: ¡envuélvelo y cómelo como si fuera un taco!) o el bacalao al horno (que es pura delicadeza gracias a su salsa de papaya, cacahuete y semillas de cilantro).
La carta de postres, por su parte, se amplía con dos dulcerías realmente originales. Por un lado, un baklava deconstruido en el que las diferentes capas del pastelillo original se clavan directamente sobre un sorbete Funky Glacé. Y, por el otro, un pismaye (algo así como la versión turca del algodón de azúcar) también sobre sorbete Funky Glacé. ¿Mi recomendación? Si eres más de dulce, el pismaye. Si eres menos de dulce, el baklava. Aunque, en verdad, ¿puedo rectificar? Mi recomendación es que pidas los dos y compartas con tus colegas, evidentemente.
Porque, por si no ha quedado claro todavía, Funky Eatery no solo celebra la gastronomía mediterránea, sino también una cultura en la que nos encanta socializar y compartir y pasarnos un buen rato charlando por encima de una mesa en la que abundan las buenas viandas. De eso va este lugar. Bueno, de eso y de compartir también la mejor bebida, con especial mención para los vinos seleccionados por Jaume Jordà y Cuvée3000 que siempre te descubren nuevos caldos, sobre todo naturales.
Lo mejor de todo es que, además de la presentación de los nuevos platos, la velada sirvió para que Seyma Ozkaya Erpul (propietaria y creadora) y Marcel Baer (socio) pusieran sobre nuestras mesas una hoja de ruta que, después de Funky Bakers (la deli/pastelería del Born) y Funky Eatery (que, por cierto, tiene anexa la tienda Funky Deli), ha de llevarles hasta Copenhage. Específicamente, hasta el barrio de Nordhavn, donde abrirán un nuevo restaurante en el que llevarán su gastronomía mediterráneo-turca hasta los daneses. ¿Lo malo? Que los fans como yo ya tenemos que estar mirando vuelos para ir a visitar esta nueva aventura Funky. [Más información en la web de Funky Eatery]