La bicicleta es, sin lugar a dudas, el transporte del futuro… Y en este artículo lo probamos con cuatro razones que nadie puede negar.
Vivimos obsesionados con la optimización de nuestras vidas. En el trabajo, buscamos técnicas y herramientas para optimizar nuestras tareas y poder cubrirlas de la forma más efectiva y rápida. En el tiempo libre, la intención general es que las horas cundan cuanto más mejor para poder realizar todas esas actividades de entretenimiento que tenemos por marcar en nuestras to-do lists. En las relaciones humanas, nos obsesionamos con una especie de ingeniería social en la que priorizar a quien nos interesa y dedicar la menor atención posible a quien no lo merece.
Optimizar. La obsesión de nuestro día a día. Pero es que, al fin y al cabo, optimizar es la base para trabajar en un futuro mejor. Y, a ese respecto, ¿entre nuestras preocupaciones principales no debería constar el transporte con el que nos movemos a diario? Las opciones son variadas: coche, moto, autobús, tren… Pero, si de optimizar estamos hablando, está claro cuál es, sin lugar a dudas, el transporte del futuro: la bicicleta.
Un medio de transporte que aprendemos a utilizar cuando somos pequeños y que, si queremos, nos puede acompañar durante toda la vida. Porque está claro que con el coche te cansas menos y con la moto corres más, que en el tren puedes ir leyendo y que en el bus puedes ir escuchando música… Pero las ventajas que ofrece la bicicleta son abundantes e incontestables. Y es por eso mismo por lo que a continuación vamos a poner sobre la mesa las cuatro principales razones por las que la bicicleta es el transporte del futuro.
ECONOMÍA PURA Y DURA
Puedes hacer los cálculos tú mismo… Piensa los gastos asociados a un coche y a una moto. Para empezar, no son vehículos particularmente baratos. Pero es que, además, su uso diario va asociado a un gasto religioso en gasolina, ese combustible que hay baja pero que mañana sube y que nunca sabes cómo va a acabar afectando a tu bolsillo. Y luego están, claro, los imprevistos. Todo el mundo sabe que un coche o una moto son verdaderos agujeros negros para la economía debido a sus averías imprevisibles pero frecuentes.
El caso del transporte público es diferente: no pagas la gasolina ni tienes que hacerte cargo de las averías del tren o del bus. ¡Faltaría más! Pero sí que tendrás que comprar los tickets correspondientes… Y ese es otro gasto imprevisible. Hay temporadas que su precio sube más, y otros que sube menos. Pero lo que está claro es que, pese a las opciones económicas de viajes agrupados, siempre toca rascarse el bolsillo.
¿Gastos asociados a una bicicleta? Podemos encontrar bicicletas a precios relativamente baratos (claro que hay opciones caras, pero las más baratas también cumplen perfectamente su cometido), no consume gasolina, su mantenimiento cuesta dos duros y sus reparaciones, si eres un poco manitas, puedes hacerlas tú mismo. Y, si no eres manitas, no son nada caras. ¿Quién da más?
GESTIÓN DEL TIEMPO
Vale, hay algo que no se puede negar: el coche, la moto, el bus, el tren y el metro corren más que una bici. Y, a priori, esto debería significar que te ahorran tiempo en tus transportes… Pero ¿es realmente así? Al fin y al cabo, el coche y la moto van asociados a pérdidas de tiempo tremendas como la búsqueda de aparcamiento o los atascos que te pillan por sorpresa. Y el transporte público te obliga a desplazamientos extra para adaptarte al sistema de paradas.
La bicicleta, sin embargo, la puedes meter en tu casa o en la oficina. Si no, seguro que puedes aparcarla en la calle a dos pasos de tu destino. Y, por si esto fuera poco, está claro que, en línea recta y sin ningún tipo de atasco, un coche corre más que una bici… Pero la bici puede callejear, meterse entre los coches cuando hay congestión y circular por calles peatonales. ¿No es eso una forma perfecta de ahorrar tiempo?
LA SALUD, LO PRIMERO

En lo tocante a la salud, el beneficio de la bici es mucho más claro y directo: no existe ningún otro transporte que te ayude a mejorar tu estado físico. Para empezar, por lo obvio: el esfuerzo físico que haces en el coche, la moto, el tren o el bus es prácticamente nulo. La bicicleta, sin embargo, la mueves con tu propia fuerza. Si no pedaleas, no te mueves. Y, teniendo en cuenta que todos tendemos a tener trabajos cada vez más sedentarios, ¿qué puede haber más beneficioso para la salud que hacer un poco de deporte (ligero, sin pasarse) de camino a la oficina?
¡Ah! Y añade aquí otro beneficio que no es cosa pequeña: el resto de transportes no le hacen ningún favor a tus niveles de estrés. Atascos, peleas con otros conductores, estar encerrado en un espacio pequeño… La bici, sin embargo, te mejorará el ánimo mientras te mueves por espacios frescos y abiertos. Vamos, si es que, incluso en ciudades con cuestas pronunciadas, las nuevas bicis eléctricas te evitan cualquier tipo de esfuerzo extra y estrés.
MEDIO AMBIENTE Y SOSTENIBILIDAD
Por último, un punto que se resume en una frase: la bicicleta no contamina. NADA. Absolutamente nada. De hecho, no contamina a niveles de polución, claro, pero tampoco a nivel de esa contaminación sonora que cada vez es un problema de mayor calado en las grandes ciudades. Y esto, en los tiempos que corren, debería considerarse el mayor beneficio de todos.
Porque la cosa es así de sencilla: todos vivimos obsesionados con la optimización para, de esta forma, poder disfrutar del futuro. Pero, si no nos preocupamos por el medio ambiente y por la sostenibilidad, ese futuro directamente no existirá. Así que ya sabes: la bicicleta es, sin lugar a dudas, el transporte del futuro. ¿A que ahora ya no te cabe duda alguna?